Por teléfono, Bai Tao se mostró reticente a decir mucho. Como hermanos, viejos y jóvenes, su relación fue muy complicada. Se conocían desde hacía mucho tiempo, pero no era una conexión demasiado importante para él, aunque tenían una cooperación secreta para conseguir una mina de cobre en África. Aunque no se involucró directamente en el esfuerzo, todavía recibía su parte de decenas de millones de yuanes al año.
Pero en este momento, los latidos de su corazón se aceleraron sin ninguna razón y una ligera preocupación era evidente en sus ojos. Aunque sabía que Kanaja todavía estaba esperando su respuesta, no habló mientras su mente analizaba la seriedad del asunto.