Viendo que su espada simbólica inesperadamente no podía cortar una mano carnosa, el Pequeño Lord Fokke se enojó.
—¡Sí, he estado fingiendo, todo este tiempo!
Sheyan se levantó lentamente con la cabeza aún inclinada hacia abajo. Sus ojos estaban cubiertos por su cabello, pero su cuerpo exuberaba un aura sumamente desconcertante y maléfica.
Se podía observar claramente que las hebras negras de gas emitidas por el Pequeño Lord Fokke flotaban alrededor de la boca, nariz, orejas y ojos de Sheyan. En su lugar, parecían como rocío en una hoja de loto, aparentemente incapaz de penetrar.
—Ah, tienes razón. Mi meticulosa contemplación y mi paciencia en la disposición de diferentes capas de planes... todo, fue todo en anticipación a este momento!
—Hoy es el punto más bajo y débil de su vida, Sr. Fokke. ¡Usted seguramente morirá en mis manos!