Mientras Sheyan observaba el aterrador tentáculo gigantesco, su rostro revelaba un rostro alegre.
—Ajá, ¿eres tú? Amado Paul. A menudo, recordaría esa brillante apuesta de la ruleta tuya.
Sin embargo, después de que Sheyan concluyera sus saludos, el tentáculo gigantesco comenzó a estrecharse alrededor de la Doncella de la Colina sin ningún sentido de la cortesía. Chirridos y crujidos de madera empezaron a salir de esa Doncella de la Colina de pocos kilates de desplazamiento, que podía transportar más de cien miembros. Es evidente que la Doncella de la Colina no podía soportar tal presión, y si ese tentáculo aterradoramente poderoso ejerciera una pizca de fuerza extra, se podría predecir la total destrucción de ese barco.