La llamada se realizó, pero a pesar de que sonó durante algún tiempo, no fue contestada.
En ese momento, el teléfono que no dejaba de sonar y de vibrar estaba en el asiento dentro de su Porsche, que estaba estacionado en el aparcamiento.
—Nadie responde la llamada —explicó su asistente.
—Y este es el teléfono del trabajo de Xingze. Lo deja a un lado una vez que termina su trabajo.
—¿Puedes intentarlo de nuevo, por favor? —Mu Xi juntó sus palmas en un gesto de súplica.
—Muy bien —Ruo Bing aceptó.
Hizo varias llamadas, pero ninguna fue contestada.
Viendo lo decepcionada que estaba, la consoló sonriéndole:
—No te preocupes; Yun Shishi es un adulto y no un niño. No se te puede culpar por haberla perdido, ¿verdad? No tienes que estar tan ansiosa.
La asistente más joven frunció el ceño de forma inquietante.