Los labios de Yun Tianyou se curvaron en una sonrisa despectiva.
―Déjame decirte, aún puedo averiguar quién es la mente maestra, aunque no me lo digas. ¡Ya que me has sacado de mis casillas, ahora debes soportar las consecuencias!
Un intenso resplandor cruzó por sus ojos mientras hacía aquella declaración.
Con un suave movimiento de su muñeca, el dardo dejó su mano y voló hasta el muslo del hombre.
La punta afilada corroyó la piel y quemó el interior hasta revelar su hueso.
―¡Arghhhh!
Como si le hubiese caído un rayo, luchó y se convulsionó en un loco frenesí.
¡Ziff!
Un dardo voló limpiamente y esta vez golpeó su ojo.
¡Plop!
Sangre fresca y caliente salpicó por todas partes.
¡El hombre fue atacado por un ardiente y agudo dolor!
El cautivo ya no podía formar un sonido coherente. Convulsionó violentamente antes de soltar un aullido que les perforó los oídos.
―¡AHHHHH! ¡AHHHHH! ¡AHHHHH!