―¡No asumas que ya te he aceptado solo porque te dejé abrazarme!... Tú…¡todavía tienes que probarte a ti mismo!
El pequeño muchacho seguía manteniendo su postura, aunque se cara estaba aún más teñida de rojo por la timidez.
Su rostro reflejaba incomodidad, sin embargo, en el fondo, estaba muy ansioso por recibir ese abrazo.
Mu Yazhe podía ver a través de su cara, pero aun así le siguió la corriente con su mera afirmación: ―Sí.
―Solo esta vez, solo puedes abrazarme esta vez…
Youyou repitió su mensaje otra vez. Fue solo cuando el hombre asintió una vez más que, con una mueca, se acercó cautelosamente un paso más.
Un paso y luego otro. Eso continuó hasta que los elegantes y atléticos brazos de su padre llegaron a sus axilas y lo abrazaron con fuerza.
En ese momento la cara del niño se sonrojó aún más.
El hombre apoyó fácilmente las nalgas del niño con su brazo izquierdo.
El chico estaba demasiado delgado.