―Detente ahí mismo.
Mu Yazhe miró a Yun Shishi con una cara afligida. Toda la habitación era como un sótano de hielo.
Como si no hubiese oído, estaba decidida a caminar hacia la puerta.
No quería que la despreciaran. Ella no era una mujer así…
Se mordió el labio inferior con fuerza. Su mano acababa de tocar el pomo de la puerta cuando, desde detrás de ella, él se acercó a ella con grandes zancadas, la sostuvo por la cintura y la levantó.
Gritó y luchó: ―¡Ah! ¡Mu Yazhe, suéltame!
―¿Quieres que te vea así ahora?
Él sostuvo su mejilla firmemente y mantuvo el contacto visual con sus ojos llenos de miedo. Preguntó sin emoción: ―Lo dejaré entrar para que te vea así ahora, ¿eh?
―No…
Estaba tan nerviosa que no sabía qué hacer.
Se estremeció ante su amenaza. Ella no deseaba que Gu Xingze entrara en la habitación y tampoco estaba dispuesta a enfrentarlo a él de esa manera.
¡Era lo último que le quedaba de orgullo!