Con tan solo un golpe de Mu Xuan, incluso los ancianos se quedaron
tambaleándose. Con un toque de orgullo y otro de una emoción indescriptible, la
multitud lo siguió hasta el Palacio Majestuoso.
Yao Si se detuvo adrede mientras tiraba de Yao Qian. —Eh... ¿Estaban mis ojos
jugando conmigo? ¿De verdad Mu Xuan dividió el planeta por la mitad?
—Lo hizo —contestó Yao Qian con indiferencia. Después de un momento, añadió,
—pero la raza del Trueno Sylvani siempre ha tenido una potente vitalidad. Aunque
su planeta estuviera dividido por la mitad, el sistema de raíces aún estaría vivo.
Pero eso no era lo que ella le estaba preguntando...
—Mu Xuan.... ¿es realmente un vampiro de cuarta generación? —Con solo un
golpe casual, fue capaz de dividir un planeta en dos, algo que ni siquiera los
vampiros de primera y segunda generación fueron capaces de hacer. En aquel
entonces, un joven vampiro de segunda generación solo podría causar una
pequeña grieta, en el mejor de los casos.
—Sí.
¿Todos los vampiros de la cuarta generación eran así de asombrosos?
Necesitaba aprender todo el conocimiento general de los vampiros.
—Pero... —Yao Qian parecía haber recordado algo. —Su Majestad es un poco
especial.
—¿Especial? ¿En qué sentido?
—Su Majestad es el único de nuestra raza que ha logrado despertar el linaje
ancestral, así que técnicamente no se le considera dentro de la cuarta generación.
—¡¿Un linaje ancestral?! ¿Qué es eso? Entonces, ¿está....
—¡La primera generación!
—...
¿Le había preguntado, sin saberlo, a la persona más ignorante?
—Ven aquí.
Mu Xuan llevó a la multitud a la casa sin intención de hacerles sentir bienvenidos.
Acaba de saludar a Yao Si, haciéndole señas para que entrara. Cuando la vio
sentada junto a la mesa, trajo un tazón de fideos.
—Come mientras esté caliente.
—Oh. —Yao Si tomó el tazón, pero no podía comer así.
Delante de ella había un grupo de personas que estaba de pie de forma ordenada
y miraba en dirección a Mu Xuan. El que estaba al frente era el gobernante del
Trueno Sylvani.
Para ser honestos, su forma humana era bastante elegante. Su cabeza estaba
adornada por una larga cabellera verde que parecían tan suave como la hierba,
mientras que su cara era joven y limpia como la de un niño de una tira cómica. Su
aspecto alimentaba la vista.
Mu Xuan parecía haberse olvidado de su existencia, sin siquiera haberles mirado.
Por eso, nadie se atrevía a hablar y todos estaba con la espalda recta como una
vara y la cabeza agachada como si hubieran hecho algo malo y esperaran un
castigo. Por un momento, Yao Si sintió como si hubiera entrado por accidente en
la oficina del maestro de disciplina.
—Eh...
Mu Xuan le acarició el pelo, recordándole: —Date prisa y bébetelo.
Yao Si se sintió avergonzada, pero, si no terminaba la sopa, estaba segura de que
Mu Xuan seguiría haciendo caso omiso de los demás, por lo que bajó la cabeza
hacia el tazón. Mientras terminaba, nadie dijo una palabra y el sonido de su bebida
resonaba en la silenciosa habitación.
Glup… glup... glup…
La situación era demasiado embarazosa.
"¿Hace falta un público tan grande cuando solo estoy tomando sopa?"
(╯﹏╰)
Yao Si terminó el tazón en apenas tres tragos y lo colocó al final. Antes de esperar
a que Mu Xuan se lo pidiera, dijo: —Estoy satisfecha.
Mu Xuan la miró. Satisfecho, cogió la mesa y, al instante siguiente, la comida...
No, el tazón y los utensilios desaparecieron. Pareció pensar por un momento y,
entonces, los muebles de antaño fuera de lugar se transformaron en el equipo
galáctico de última generación. Incluso el taburete sobre el que Yao Si había
estado sentada se convirtió en una aterciopelada y exuberante silla de cristal.
Mu Xuan se giró para mirar al grupo que estaba alrededor. Frunció el ceño y
espetó: —Resuélvelo tú misma.
Luego, sin mirarlos, abrió su computadora óptica y le envió a Yao Si algunos
documentos sobre la historia de los vampiros. Era como si hubiera vuelto al modo
de paternidad.
Yao Si no se movió mientras miraba al hombre que tenía ante ella. No estaba
dispuesto a resolver sus propios problemas y, como le pareció demasiado ruidoso,
les ofreció un espacio para hablar en vez de pelear.
Uh... Está bien, ¡es muy paternal, de hecho!
—Su Majestad, Mu... ¿Mu Xuan? —El gobernante del Trueno Sylvani temblaba,
pero, cuando vio el desinterés de Mu Xuan, suspiró aliviado. Mejor enfrentarse a
cualquiera que a la presión silenciosa de Mu Xuan. Al pensar esto, se volvió de
lado y miró hacia los otros ancianos. Después, respiró hondo y comenzó a
explicarse.
—En realidad... No era mi intención empezar una guerra contra los vampiros. —Si
hubiera sabido que el gobernante de los vampiros se había despertado, no habría
vuelta al Planeta Rojo ni por asomo. —Solo vine con mi raza porque uno de los
tuyos me robó mi semilla real.
—¡Tonterías! —dijo el segundo anciano enojado, —¿qué semilla real? ¿Es que no
sabes que mi raza no tiene ningún interés en otro tipo de comida? ¿Por qué robar
tu semilla?
—¿Cómo voy a saberlo? —contestó el gobernante del Trueno Sylvani. —Yo
mismo vi al vampiro Qu Ze sacándola. Después de perseguirlo a través de cuatro
galaxias, aterricé aquí. Hace un momento, sentí que la semilla real había sufrido
un gran daño.
Con evidente agitación, añadió, —Todo el mundo en la galaxia sabe que mi raza
nace del árbol real y cada uno de nosotros tiene un solo descendiente, la semilla
real. El tono del gobernante del Trueno Sylvani se hizo más profundo y las
lágrimas caían sin control por su cara. Su cara se oscureció. Parecía afligida y
molesta. —Tu raza arruinó mi única semilla real, ¿no es eso equivalente a arruinar
toda mi raza?
—Qu Ze... —Los ancianos se congelaron y se miraban, nerviosos. Si fuera otro,
podrían mantenerse firmes, pero, tratándose de él, la posibilidad de que fuera un
ladrón era bastante alta.
—Sé que los vampiros son fuertes y no pretendo culparlos. —El gobernante del
Trueno Sylvani se ahogó con sus últimas palabras mientras secaba sus lágrimas.
—Ahora, ruego a tu raza que devuelva mi semilla real. Incluso si la cáscara está
dañada, no culparé a nadie y me iré de inmediato. Estaré dispuesto a pagar diez
veces el valor de los daños causados al Planeta Rojo.
"¿La cáscara está dañada?". El corazón de Yao Si se hundió y la pequeña bola
rota de color púrpura.
—¿Te refieres a esto?
El gobernante del Trueno Sylvani se giró. Sus ojos se abrieron de par en par y su
miserable chillido atravesó el aire.
—¡Mi hijo!
Se abalanzó para arrebatarle la bola de las manos, haciendo caso omiso de la
presencia de Mu Xuan. Sostenía la bola en las palmas de sus manos, mirándola
como si fuera testigo de una tragedia, mientras las lágrimas salían de sus ojos.
—Mi hijo... Mi hijo... ¿Cómo te has hecho tanto daño? —De repente, levantó la
cabeza para mirar a Yao Si. —¡Has sido tú!
Yao Si saltó, sorprendida por su mirada asesina. De manera involuntaria, tropezó
hacia atrás y, al momento siguiente, sintió que algo tocaba su mano. Mu Xuan la
tiró hacia atrás antes de girarse para mirar al gobernante del Trueno Sylvani. —Mi
cachorra... ¿Qué pasa? —Hablaba lento y su tono era tan frío que parecía gotear
carámbanos, congelando el aire a su alrededor.
Toda la habitación se quedó en silencio.
El gobernante del Trueno Sylvani tembló y sus piernas se hicieron más ligeras.
Casi cae al suelo, olvidando las lágrimas que derramaba. El gobernante de los
vampiros tenía una hija, ¡cómo no iba a saberlo!
—Eh... acabo de recibir esa semilla —aclaró Yao Si. —No le hice daño. Se rompió
sola.
—Eso es imposible. —El gobernante del Trueno Sylvani agitó su cabeza y su
refutación fue tan suave como la de un ratón. —Ni siquiera una persona con un
poder 3S puede dañar la cáscara de la semilla real. ¿Cómo podría agrietarse por
sí misma?
—No estoy muy segura. —Yao Si frunció el ceño. —Me la dio Qu Ze. Al principio,
no sabía que era tu semilla real, así que tendrás que preguntarle a él por los
detalles.
"Bah, en general, esto ha sido un incidente causado por un loco." Yao Si no
esperaba que Qu Ze le hiciera daño de esa manera.
—Mi.... mi pobre hijo. —El gobernante del Trueno Sylvani abrazó la semilla,
rompiendo a llorar una vez más. Su elegante aura superior ya había desaparecido
y toda su alma estaba al borde del colapso.
—¿Dónde está el Gran Anciano? —El segundo anciano se dio la vuelta y ya no
pudo ver la escena.
—Dejó el Planeta Rojo esta mañana temprano.
—Hace menos de medio día. Estoy seguro de que aún no ha salido del radio R
galáctico. Informa a la aduana para que envíe la nave de vuelta.
—Sí. —El tercer anciano abrió su computadora óptica para investigar. Al momento
siguiente, su cara palideció. —La nave que escolta al Gran Anciano ya ha
abandonado nuestra galaxia.
—¡Qué! Confirma su ubicación y persíguelo.
—La nave desapareció una vez que dejó la galaxia.
—...
El segundo anciano sintió un dolor de cabeza agudo, pero no pudo determinar si
era por la ira o por el sollozo interminable del gobernante del Trueno Sylvani.
Respiró hondo antes de decir con seriedad:
—Gobernante de Trueno Sylvani. Si esto es verdad, nuestra raza asumirá toda la
responsabilidad. Nos pondremos en contacto con el Gran Anciano para investigar
este asunto.
—¡No! —Antes de que el gobernante del Trueno Sylvani pudiese siquiera
responder, Mu Xuan interrumpió, mirando de manera sutil a la multitud. —¡Es
demasiado problemático!
Con un movimiento de su mano, el aire pareció converger, convirtiéndose en un
vórtice y, de repente, apareció un agujero negro. Dentro de él, una figura pronto
tomó forma.
—¡Invocación espacial! —gritó el segundo anciano, con los ojos muy abiertos.
Mu Xuan bajó la mano y la figura cayó del agujero negro.
Gritó con dolor y cierto culpable que, según se decía, había desaparecido a unos
pocos millones de años luz de distancia, cayó al suelo.
La multitud miró en silencio.
—¿Padre?
—¿Hmm?
—¿Podrías enseñarme ese movimiento?
—Claro.