—¿Necesitas algo de mi Xinxin? —Las palabras de Shen Yi salieron como si estuviera a punto de golpear la cara de Zuo Yin por tocar a su esposa.
Zuo Yin se giró y dio un paso atrás, asegurándose de que estaba lo suficientemente lejos del alcance del diablo. Podía sentir la peligrosa sensación que emitía el cuerpo de Shen Yi. Parecía que le sería difícil hacer un movimiento sobre Lu Xinyi cuando Shen Yi estaba cerca.
Decidió dejar a Lu Xinyi esta vez. Siempre podría haber una próxima vez, y cuando llegara ese momento, Lu Xinyi se convertiría para siempre en suya.
—Solo me preocupé cuando encontré a la señorita Lu sola en la esquina. Aunque tengo un poco de curiosidad por saber por qué la dejaste en un momento como éste —respondió.
—No es asunto tuyo —dijo con desdén el rey de los demonios. Volvió la cabeza hacia su esposa y comprobó si estaba herida. No debería haberla dejado sola ni siquiera por un momento.
—¿Estás bien?