Él suspiró con impotencia, se inclinó y la levantó de la cama. Solo entonces Lu Xinyi se dio cuenta de que estaban en su habitación en la cabaña del campamento. Al pie de su cama, se podía escuchar un ronquido. Sus ojos se abrieron cuando vio a Xiao Bai durmiendo en el suelo.
—¡¿Qué está haciendo aquí?! —le preguntó mientras Shen Yi la estabilizaba y le hacía un gesto para que pasara sus brazos por sus hombros.
—No te dejaba sola. Nos siguió afuera de la cueva y ha estado pegado a ti desde entonces. Ese cachorro de tigre no deja que nadie se te acerque a excepción de mí. Le dio un susto de muerte a la señorita Meng cuando se lanzó sobre ella.
Lu Xinyi echó la cabeza hacia atrás y se rio como maníaca. Se imaginó a la perra de su ex mejor amiga tratando de coquetearle con Shen Yi, solo para ser ahuyentada por Xiao Bai. Ah, lástima que estaba durmiendo cuando Meng Jiao la visitó. ¡Debe haber sido un espectáculo digo de ver!