Casualmente, cuando Lin Jiage entró en la sala de estar, la criada acababa de terminar de empaquetar el desayuno que él había pedido.
El habitual Lin Jiage era una persona que irradiaba un resplandor natural, pero habiéndose vestido especialmente éste mismo día, el resplandor que emanaba había llegado a un punto en el que podía cegar los ojos. Incluso mientras las criadas llevaban su desayuno al coche, no pudieron evitar echarle un vistazo.
Mientras Lin Jiage caminaba hacia el coche, las puertas de éste se desbloquearon automáticamente a sí mismas.
Mientras dos de las criadas colocaban la enorme extensión de desayuno en el maletero del coche, no pudieron evitar amontonarse y chismorrear...
—El Joven Maestro hoy esta extrañamente guapo, ¿no?
¿Extrañamente... guapo?
De pie en la parte delantera del coche, los oídos puntiagudos de Lin Jiage recogieron cada palabra que la criada dijo y frunció el ceño en respuesta.