Al mirar la puerta trabada, Mu Tieying abrió la boca para decir algo, pero, finalmente, se arrepintió, con una mirada de resignación. Había agua y comida en la casa, así que esta gente no moriría de desnutrición. Cuando mucho, tendrían que aguantar un poco el hambre.
El cielo se estaba oscureciendo. Gao Peng levantó el brazo para mirar la hora en el reloj de mano: eran casi las 7 pm.
—Parece que no tendremos más opción que pasar la noche afuera.
Miró hacia el bosque. Aunque habían pasado por algunos refugios en el camino, no era conveniente ponerse a buscar uno ahora. Si ya habían ocupado el suyo, era muy posible que los otros estuvieran en el mismo estado. No pensaba poner todas sus esperanzas de poder entrar a un refugio en las manos de otros. Si las personas en los demás refugios tampoco lo dejaban entrar, sería una gran pérdida de tiempo.