En la empinada y larga escalera rocosa, la luz carmesí de la luna iluminaba su sección media, dejando sombras bastante espesas a los lados.
Enzo era como un peatón normal en la noche, caminaba algo ansioso pero sin mostrar signos obvios de estar nervioso. Tenía una profunda fe en su excelente buena suerte, sabía que era un ganador en la vida, uno que no sería atrapado por los Halcones Nocturnos.
Al ver que solo le faltaban unos pocos escalones más, Enzo, quien alguna vez fue un Monstruo, de repente sintió algo y giró la cabeza para mirar hacia las sombras en el punto más bajo de la escalera.
Vio a una figura sentada allí, con la mirada perdida. Su aspecto y silueta parecían muy confusos debido a la iluminación, en tanto que su vestimenta era el atuendo estándar de alguien de Balam Este.
La figura sacó una caja de cerillas y encendió una de ellas para iluminar los alrededores.