Luego de tomar una decisión, Leylin dejó en claro su postura.
—En ese caso... no lo molestaremos más... —Bessany sonó algo decepcionada e incluso molesta cuando tiró de la mano de Ena para irse. Isadora, por otro lado, no parecía resignarse, pero igualmente no dijo una palabra.
—Qué bonito es ser joven... —Leylin se quedó mirando a las tres discípulas mientras se marchaban y suspiró. Si él sumaba los años de su cuerpo principal, tenía la edad suficiente para ser el abuelo de su abuelo, tal vez incluso más. Él, lógicamente, estaba calificado para decir algo así.
Tiff, que estaba a su lado, vio la edad y la experiencia que Leylin aparentaba y sus ojos revelaron un rastro de conmoción.
—¡Oh, hemos llegado al puerto!