Las llanuras de pasto, de noche.
Las caravanas regresaron rápidamente al reino de Norton, pero algo inesperado sucedió. Alrededor de las tres de la mañana, un mercenario regresó corriendo hacia su líder desde la carretera. Parecía aterrorizado, como si acabara de presenciar algo inexplicable.
—Líder, hay un problema en la delantera.
El líder mercenario, Milo, se veía mucho mejor que antes. Los síntomas de su envenenamiento casi habían desaparecido. También había recuperado la mayor parte de su fuerza. Al oír esto, las cejas de Milo se fruncieron. Miró a su alrededor y dijo en voz baja:
—No lo digas en voz alta, no queremos que cunda el pánico.
Temía que esto provocara el pánico entre los comerciantes. En un tono bajo y apresurado, el mercenario dijo:
—Líder, hay algo bloqueando nuestro camino en el frente. Es ancho e invisible, pero parece una pared. Una pared realmente grande.