Después de que Marvin entró a Ciudad del Diablo, la entrada se cerró de inmediato.
¡Bang!
El grupo del Caballero Negro no tuvo tiempo de acercarse antes de ser bloqueados del lado de afuera. Esto no le resultó sorprendente a Marvin pues ya sabía que la entrada sólo permanecería abierta por un instante. Solo quien tuviera la llave entraría sin problemas.
Sangore golpeó el portón con furia y rugió: —¡Tenía la llave! Asesinó a Stang y robó mi llave. ¡Su meta es sin duda el Emperador Sangriento!
La Mago también tenía una expresión desagradable al preguntar: —¿Qué deberíamos hacer ahora?
El Caballero Negro permaneció en silencio por un instante, y a continuación una risa fría salió de su cuerpo.
—Tu risa es cansina, Saydis —murmuró Sangore, que no parecía impresionado.
Un Diablo de pura sangre apareció frente a ellos.