––¿Suerte?
El Dragón Negro parecía imperturbable después de su renacimiento. Era completamente diferente del Clarke anterior, mucho más compuesto.
Observó con interés a la pequeña Ding, como un resplandor aterrador emitido por sus ojos malvados.
––La Suerte no te puede ayudar. Nadie puede triunfar solo con ella.
Ding furiosamente replicó: ––¿No es la Suerte parte de nuestra Fuerza? En teoría, con suficiente Suerte, un mortal podría matar a un dios con un puñetazo.
El Dragón Negro se rió involuntariamente. Pero todavía se debatió seriamente con Ding.
–– En términos generales, algo con menos del 5% de lo que alguna vez sucedió es considerado como algo que no ocurrirá. La probabilidad de que un mortal mate a un dios es menos de uno entre incontables millones. A menos que el Dios de Lanza se interesara, nadie podría tener tan buena Suerte… Pero espera... Te huelo un poco de aura de Destino. Tus orígenes parecen inusuales. Dime quién eres.