El anochecer. Valle Río Blanco estaba muy tranquilo.
La luz de la luna brillaba en el pequeño bosque al lado del castillo.
¡Dos sombras se movían extremadamente rápido!
––¡Más rápido!
––¡Más rápido!
Una voz estricta seguía gritando.
Marvin siguió enfocando su fuerza en sus piernas, corriendo locamente, ¡pero justo delante de él había una pared empinada!
¡Ya habían llegado al final del bosque!
Si aceleraba más, no podría detenerse. ¡En ese momento, el único resultado sería chocar contra la pared y dañar su cuerpo gravemente!
Eso fue lo él que pensó.
Pero Constantino delante de él seguía gritando: ––¡Más rápido! ¡Bueno para nada!
Cuando entrenaba, este originalmente muy amable hombre de mediana edad, se volvía de repente anormalmente estricto.
¡Marvin apretó los dientes y aceleró precipitadamente!
¡Ráfaga!
¡En ese momento, la silueta de Constantino ya estaba a punto de golpear la pared!