El tío de Qin Chu conducía un Bentley Continental.
Luego de que los cuatro entraran al auto, la madre de Qin Chu se reclinó contra el hombro de su hijo con lágrimas en los ojos.
—Hijo... ¿qué pasó con Mian?
—Mamá, ¿cómo se encuentra papá? —dijo Qin Chu con cansancio.
—Tu padre logró superar la etapa crítica. En este momento parece que está bien, pero la tecnología no es la más avanzada aquí aún. Tu tío y yo planeamos llevarlo a Hawái a recuperarse.
—Está bien...
—Chu... ¿Mian va...?
—Mamá, estoy muy cansado. Tomaré una siesta.
Entonces Qin Chu cerró los ojos y se reclinó contra el asiento. Realmente no quería hablar acerca de Huo Mian con nadie. Nadie podía sentir lo que sentía él. Como decía el viejo dicho: "si la aguja no perforó tu cuerpo, nunca sabrás lo mucho que duele, mucho menos entenderás cómo se siente".
En las celdas de detención.
—Directora, ¿dónde colocamos a la nueva presa?