—Mian, ¿es en serio? —Huo Siqian rió.
—¿Qué crees? —Huo Mian lo provocaba.
Luego de observarla cinco segundos, Huo Siqian suspiró.
—Niña tonta, ¿por qué es tan difícil hacer que te quedes aquí solo una noche?
Huo Mian permanecía en silencio.
—Está bien... deja de mirarme así. Adelante, vete. No te detendré. Cielos.
Al oír a Huo Siqian, Huo Mian se dio la vuelta y se marchó. Aún sostenía con fuerza la botellita azul...
Huo Siqian no dijo una palabra hasta que Huo Mian salió de la Mansión. Simplemente miraba como su silueta se desvanecía.
—Jefe... ¿en serio dejamos ir a Huo Mian tan fácilmente?
Los hombres de Huo Siqian parecían decepcionados por el resultado. Después de haber trabajado por tanto tiempo para Huo Siqian, ellos conocían bien sus sentimientos por Huo Mian.
—¿Qué más puedo hacer?
—Pienso que... quizá la señorita Huo fingía... ¿qué tan peligrosa puede ser una pequeña botella?