—Has estado vivo durante demasiado tiempo, permíteme... despedirte —Huo Siquian sonrió con maldad.
—Bastardo... ¡no te atreverías!
Huo Zhenghai no habría pensado en sus sueños siquiera que Huo Siqian lo asesinaría tan desvergonzadamente. Quiso resistirse, pero sus inyecciones diarias lo habían debilitado.
Huo Siqian miró por última vez a Huo Zhenghai mientras caminaba hacia él.
—Deja la Corporación Huo en mis manos, deberías irte en paz... Papá.
Entonces, Huo Siqian levantó la almohada y cubrió el rostro de Huo Zhenghai.
—¡Mmm!
Fue inútil, sin importar cuánto se esforzara por resistirse. Tres minutos después, Huo Zhenghai dejó de moverse y ambas manos cayeron a los costados de su cuerpo.
Huo Siqian quitó la almohada y observó su rostro pálido y sin vida. Entonces, lo arropó y dijo: —Dulces sueños, papá.
Luego, sonrió y salió. Cuando llegó a la puerta, quitó un pequeño micrófono oculto en el picaporte y bajó las escaleras.