Bajo el resplandor de la luna que se asomaba por la ventana, Huo Mian observó el apuesto rostro de Qin Chu y, por un segundo, pensó que estaba soñando. Siempre tuvo el sueño ligero, por lo que se despertó ni bien Qin Chu entró a la habitación. Ella quiso gastarle una broma para ver su reacción, es por ello que abrió los ojos tan repentinamente.
Luego de ver su reacción, no pudo aguantarse. Tal vez era el frío en la habitación, pero tomó la mano de Qin Chu y sintió el calor de su palma. Estaban acostados cara a cara, mirándose a los ojos en silencio, sin decir nada, pero parecían decirlo todo. Ambos sabían que lo que necesitaban era compartir este momento silencioso, con los ojos del otro.