Lu Tingxiao dejó la medicina a un lado y estaba a punto de tocar a la puerta del baño para preguntarle a Ning Xi si había terminado, cuando esta se abrió de golpe por dentro causando un ruido fuerte.
Ning Xi estaba bien envuelta en una inmensa toalla, y salió del baño corriendo y brincando de arriba a abajo como un saltamontes.
—¡Cuidado!
Lu Tingxiao estaba preocupado de que tropiece y caiga, entonces rápidamente se acercó para ayudarla.
Ning Xi suspiró y dijo elocuentemente: —¡No soy yo quien debe tener cuidado, eres tú Lu Tingxiao!
—¿De qué tengo que tener cuidado? —preguntó Lu Tingxiao sin entender.
Ning Xi lo miró seriamente y respondió: