```
Íleo quería acercarse a Anastasia y envolverla con sus brazos para aliviar toda la ansiedad que la llenaba. Podía sentir el terror que había sufrido, el odio con el que su sangre zumbaba y la venganza que la hacía hervir. Un músculo en su mandíbula se contrajo.
—¡Nunca conocerás el dolor experimentado, Aed Ruad, nunca! Conspiraste con demasiadas personas para sentir lo que otros experimentaron. Fuiste demasiado codicioso en aquel entonces y ahora también lo eres. Por tu culpa murieron tantos inocentes, por las ambiciones de tu madre dos chicas perdieron tantos años formativos de su vida. Iona y yo estábamos rotas, estábamos tan solas que no sabíamos qué camino escoger, no sabíamos qué estaba bien y qué estaba mal. Mientras tú convertías mi vida en una pesadilla viviente, hacías de Iona una pesadilla viviente —susurró Anastasia, con el mentón tembloroso al pensar en todo lo que ambas habían pasado.