Nora miró al frente. Como sicaria, naturalmente tenía un sexto sentido.
Eran mercenarios.
Mientras observaba lo que ocurría delante, giró la cabeza para ver a Queenie, que no era muy luchadora, entrecerrando los ojos con recelo. Apretó los dedos con nerviosismo y se los llevó a la cintura.
Esta era la reacción natural de una persona cuando se encontraba en peligro. Nora retiró la mirada, con un brillo sordo en sus ojos almendrados.
La gente de fuera golpeó la ventana y gritó ferozmente: —¡Salgan del coche! ¡Esto es un puesto de control!
Nora hizo un gesto con la mano de
—OK. —Hizo como si bajara la ventanilla, pero al momento siguiente, ¡arrancó de repente el coche y pisó el acelerador!
¡Vroom! Al sonar el ruido del arranque del coche, éste se lanzó hacia delante.
Derribó al trío que estaba delante y que les impedía el paso.
—¡Maldita sea, ve tras ellos! ¡No dejes que se escapen!