Chester, que había ido tras ellos, no pudo evitar sujetarse la frente al ver la situación.
Todo había terminado. El niño y el tirano estaban de nuevo juntos.
Pete era terco y obstinado.
Justin era dominante.
Por lo general, todo iba bien si Pete era obediente, pero en cuanto se negaba a comportarse, sin duda se desataba el caos en la casa.
Estaba pensando en llamar a su familia y pedirles que salvaran a su sobrinito cuando se dio cuenta de que el tirano se había detenido repentinamente. Una leve sorpresa apareció en su semblante.
Las pocas gotas calientes en su cuello aturdieron a Justin y lo congelaron en el acto.
«Esto no puede ser...» Aflojó un poco el agarre y se encontró de inmediato con una carita que berreaba. Cherry lloraba con fuerza y sus sollozos sacudían su pequeño cuerpo. Tocó la cara de Justin con la mano.
—Papá... Tú eres mi papá...