Viggo y los demás descansaron durante toda la noche y al otro día recién volvieron a la gran habitación subterránea. Al pasar por la pared del fondo de la bodega los recibieron las dos estatuas de minotauros custodiando el pozo de piedra obsidiana. Viggo lidero el grupo, bajando por la escalinata hasta el balcón. Al mismo tiempo, ellos fueron revisando por los alrededores para ver si había algún cambio, pero todo permanecía en silencio. Al parecer, la piedra obsidiana tenía algún tipo especial de energía, ya que ninguna rata o araña andaba por los alrededores.
Una vez que bajaron al fondo de la habitación a la altura del pozo, Viggo las condujo hasta la gran muralla de piedra obsidiana al fondo de la habitación y las ayudo a introducirse en la grieta. Sakura y Ana tenían sus propios encantos, pero como estaban en desarrollo les fue fácil entrar. Sin embargo, Semiramis y Scheherzade que ya eran mujeres maduras tuvieron problemas para hacer entrar sus atributos. Así que Viggo les proporciono una armadura de cuero a cada una con las cuales pudieron aplastar sus senos y pasar a través de la estrecha grita.
Viggo fue el primero en atravesar la grieta, llego al fondo y diviso una vez más el laberinto. El lugar seguía emitiendo el mismo aire a abandono, con grandes murallas que se conectaban entre sí y producían enrevesados caminos. Al mismo tiempo, la niebla se elevaba desde el laberinto dándole un aire de misterio.
Viggo amarro una cuerda a una saliente, tomo a Scheherezade en su espalda y fue descendiendo por la cuerda. Viggo ocupaba sus manos para sostenerse, mientras Scheherezade se abrazaba a su cuello. Una vez que llegaron a la parte superior de las murallas que conformaban el laberinto, miraron los alrededores.
Viggo se arrodillo a la orilla de la muralla y miró hacia los caminos laberinticos por debajo -debe haber unos veinte metros de profundidad- dijo -sin considerar que el suelo es de piedra obsidiana, una caída debe ser una muerte segura-
-Ya lo creo- dijo Scheherezade mirando desde el centro de la muralla. Ni por un segundo se le paso por la mente acercarse al borde tanto como Viggo.
Viggo se puso de pie y se dio la vuelta para mirar a Scheherezade. Ella parecía casi aterrada de moverse de su posición. Viggo se acercó, la abrazo y susurro -todo va a estar bien, confía en mi-
Scheherezade asintió y se abrazó a Viggo con todas sus fuerzas. Después se separaron y se miraron por un momento.
-Espérame aquí, volveré de inmediato- dijo Viggo, Scheherezade asintió y él se acercó a la cuerda para apoyar sus manos y empezar a subir por la cuerda con mucha agilidad.
Una vez que Viggo llego a la grieta, entro de nuevo y Semiramis se acercó. Ella lo abrazo por la cintura, pero Viggo le tomo las manos y las dirigió a su cuello.
-Afírmate bien ¿Entendido?- dijo Viggo mirándola a los ojos. Semiramis asintió y él continuo -si tienes miedo, no mires hacia abajo. Por otro lado, ten la seguridad de que nunca te soltare, pase lo que pase ¿entendido?-
Semiramis asintió mientras se mordía los labios en un gesto de nerviosismo y Viggo le dio un tierno beso para tratar de tranquilizarla. Después él miró a Sakura y Ana, ellas asintieron, él les devolvió el gesto y volvió a bajar por la cuerda con Semiramis. Viggo fue moviendo un brazo a la vez, mientras revisaba el estado de Semiramis.
-Recuerda, si tienes miedo no mires hacia abajo- dijo Viggo -en último caso, apega tu rostro a mi cuello o a mi pecho, pero bajo ningún motivo mires hacia abajo-
-Entiendo- dijo Semiramis en voz baja, ella llevo su rostro al cuello de Viggo y cerró los ojos mientras Viggo descendía, hasta cuando él le dijo que podía abrir los ojos.
Semiramis sintió el suelo firme bajo sus pies como si fuera de piedra y poco a poco abrió los ojos. Lo primero que ella vio fue a Viggo y su cándida sonrisa. Ella sonrió y le dio un tierno beso en los labios. Sin embargo, alguien tosió y los sacó de su estado de ánimo. Entonces Viggo se volteó y Semiramis miró a Scheherezade quien estaba de pie detrás de Viggo.
-No creo que esté sea el mejor momento- dijo Scheherezade
-No, yo tampoco- respondió Viggo con una sonrisa. Después miró a Semiramis y continuo -desde ahora en adelante, debes tener cuidado a donde pisas y siempre tratar de mantenerte en el centro del camino-
-Sí- respondió Semiramis, después su vista se dirigió a los lados y se dio cuenta que esté "camino" solo tenía dos metros de ancho. Después de eso solo se veía precipicio que separaba esté "camino" de otros "caminos". Desde la profundidad de esos precipicios se elevaba una niebla espesa y gris.
-Prométeme que tendrás cuidado- dijo Viggo tomándole el mentón a Semiramis y dirigiendo su mirada hacia él.
-Sí, te lo prometo- dijo Semiramis
-Bien- respondió Viggo, le dio un pequeño beso y la dejo que se quedara al lado de Scheherezade. Después Viggo miró hacia arriba y notó como las dos figuras bajaban por la cuerda. Sakura y Ana eran muy capaces en el aspecto físico, pero si él no iba a recibirlas, se ganaría su reproche. Así que Viggo camino hasta la cuerda y las recibió una a una y las ayudo a bajar.
Diferente de Semiramis y Scheherezade, las mellizas se acercaron sin ningún miedo a la orilla de las murallas y miraron hacia abajo.
-Buuu- dijo Sakura desilusionada -que aburrido, no hay nada- a lo que Ana asintió
-Nada de nada- respondió Viggo -solo deben ser unos veinte metros de caída, y la base del suelo allá abajo debe ser también de piedra obsidiana. Así que no se acerquen demasiado a la orilla-
-Sí, bueno, no hay nada que mirar- respondió Sakura soltando un suspiro. Ella junto a Ana se pusieron de pie y miraron a Viggo, como esperando algo. Viggo torno los ojos al techo y pensó que de seguro ellas vieron como él beso a Semiramis cuando bajaron. Él se acercó a Sakura y le dio un pequeño beso. Después él fue por Ana y también le dio un beso. Una vez que todos quedaron conformes, los tres avanzaron hasta llegar delante de Semiramis y Scheherezade.
-Por favor, la bolsa de la abundancia- dijo Viggo extendiendo su mano mientras sonreía. Semiramis soltó una risita y negó divertida. Como la bolsa era mágica y Kiara jamás dijo su nombre, Viggo la nombro así por consejo de Semiramis. Por ahora era solo una bolsa conveniente para guardar objetos, pero algún día sería una verdadera bolsa de la abundancia llena de tesoros invaluables. Sin embargo, por ahora solo tenía varias piezas de oro, joyas y piedras preciosas, además de un gran conjunto de utilidades como cuerdas, suministros y los artefactos que recogió Semiramis del palacio de Knossos. Por su parte, Semiramis llevo sus manos a su cinturón y desabrocho un cordel con el que amarraba la bolsa de la abundancia.
Viggo la recibió, después avanzó un poco poniéndose a la cabeza de la fila y saco una larga cuerda de la bolsa. Entonces él se amarro a la cintura y después amarró a todas formaron una larga fila.
-Desde ahora, seguiremos todo el camino hasta encontrar la guarida del minotauro- dijo Viggo -no se preocupen, mientras nos mantengamos sobre la muralla, no nos perderemos-
Todas asintieron y Viggo miró las expresiones de todas. Desde atrás hacia adelante, Sakura y Ana se veían normales, Scheherezade entre excitada y asustada por la experiencia. Solo Semiramis se veía realmente asustada. Viggo le regalo una sonrisa y le acaricio la mejilla en un gesto suave. Ella se relajó, Viggo saco su hacha de la bolsa y después le devolvió la bolsa.
-Tranquila, estaré por delante de ti y si pasa algo, no te dejare caer- dijo Viggo
Semiramis asintió con más determinación y Viggo le dio la espalda para empezar a caminar por encima de las murallas del laberinto del minotauro, o mejor conocido como el laberinto de Creta. De esa manera avanzaron mirando hacia el frente y los alrededores. El lugar parecía tener una luz propia, pero nadie sabía de donde provenía dicha iluminación. Se sentía como la luz de la luna.
-Viggo- dijo Ana desde el cuarto puesto -¿De dónde crees que salga la luz?-
-No lo sé, pero me da la sensación de que la niebla emite una especie de luz-
-¿Será toxica?-
-No lo creo, pero si quieres puedes ir a revisar-
-Que chistoso- dijo Ana molesta.
Viggo solo soltó una risita y siguió caminando. Al mismo tiempo, Ana mascullaba todo tipo de cosas que tomarían la forma de una venganza.
De esa manera ellos siguieron avanzando por la muralla hasta que llegaron al otro extremo del laberinto y se encontraron con una especie de escalinata con un abismo a cada lado. Se veían grandes cúmulos de niebla emerger desde ambos abismos. Al mismo tiempo, la escalinata se elevaba unos cien peldaños y llegaba a una especie de plataforma, que al igual que el resto de las murallas y pisos, era de piedra obsidiana.
-Es el lugar- dijo Viggo
-¿Cómo lo sabes?- pregunto Semiramis detrás de él
-Bueno, la plataforma parece un lugar especialmente espacioso como para que una criatura como un ciclope luche a sus anchas. Un gran minotauro tampoco debería tener problemas-
Todas asintieron en señal de entendimiento.
-Bien, una pregunta ¿Cómo cuanto pesan cada una?- preguntó Viggo con una sonrisa. Todas las chicas fruncieron el ceño. Viggo levantó sus manos en señal de rendición y dijo con un rostro de completa inocencia -estoy preguntando en serio. No hay forma de bajar o de subir, así que ustedes van a tener que funcionar como soporte. Si no pesan lo suficiente como para soportarme, caeré y ustedes conmigo-
-Pesamos lo suficiente- dijeron todas juntas con una expresión enojada
Viggo soltó un suspiro y asintió, después miró a Sakura y Ana y les dijo -ustedes lideran al grupo, pongan su máximo esfuerzo en mantener sus posiciones. Entiendan que, si ustedes caen, el resto caerá con ustedes-
Sakura y Ana asintieron. Viggo asintió en respuesta y empezó a desenrollar la cuerda de su cintura y todas hicieron lo mismo. Una vez eso listo, Viggo les paso la cuerda a las mellizas y ellas la sostuvieron, dejando una pequeña cola para que Semiramis y Scheherezade hicieran de contrapeso. Después ellas llevaron la cuerda a la punta de la muralla y dejaron caer hacia abajo.
-Todas, retrocedan un poco- dijo Viggo
-Pero de esa manera la cuerda no llegará al fondo- dijo Sakura
-Sí, pero ustedes tendrán margen para saber si se resbalan y pueden seguir aguantando. Si ya no pueden sostener la cuerda, suéltenla. Yo buscaré otro camino para subir-
Todas le dieron una mirada disconforme, pero Viggo negó con un rostro serio. Después él tomo la cuerda y la jalo con fuerza para ver si ellas la estaban sosteniendo bien. Sakura y Ana cedieron un paso, pero al instante siguiente retomaron el control.
-No se distraigan- dijo Viggo, después se acercó a la punta de la muralla y recogió la cuerda. Una vez que llego a la punta de la cuerda, amarro su hacha y la dejo caer para quedar colgando como un péndulo. Viggo miró una vez más a las chicas, asintió y ellas asintieron en respuesta. Entonces Viggo apoyó su mano en el borde de la muralla, mientras sostenía la cuerda con la otra. Poco a poco fue bajando y cargando su peso. Las muchachas parecían estar bien, hasta que Viggo soltó su mano del borde de la muralla y se afirmó solo de la cuerda. Ellas sintieron el tirón del completo peso de Viggo. Ellas se resbalaron por un par de centímetros y dieron un paso adelante.
-Todas juntas- dijo Sakura al frente sintiendo que las manos le ardían -uno, dos, tres-
Entonces todas tiraron al mismo tiempo y dejaron de resbalarse. Al mismo tiempo, Viggo comenzó a bajar por la cuerda lo más rápido posible hasta llegar a la base. Sin embargo, por el largo de la cuerda, él quedo a dos metros del piso y tuvo que saltar.
Viggo saltó, cayó al suelo de piedra obsidiana y levantó su rostro para mirar a lo alto de la muralla y comprobar que todo estuviera bien. Sin embargo, gracias a la niebla apenas se veían las siluetas -¿Están bien?- grito
-Sí- respondió Sakura desde la cima
-OK- grito Viggo -trata de alargar un poco la cuerda para que pueda sacar mi hacha-
Así lo hicieron las chicas y extendieron la cuerda un metro. Viggo se acercó a la cuerda y desató su hacha. Después le dio dos tirones a la cuerda y grito hacia arriba -ya está listo, volveré en poco tiempo. Tengan cuidado-
-Lo mismo nosotras, ten cuidado- grito Sakura en respuesta
Viggo hizo una pequeña sonrisa y se dio la vuelta para mirar la gran escalinata de cien peldaños que había por delante. En la cima, estaba la plataforma que mantenía aprisionado al minotauro.