—Él no lastimará a otros por sus sentimientos personales. Escuchará las opiniones de aquellos que no son tan fuertes como él y respetará las elecciones de los demás. Disfrutan del poder, pero no se convertirán en una herramienta del poder. Lamento haber visto tu verdadero y mal lado. No habrías sido un Alfa calificado y no eres una buena elección para un compañero.
—¿Pero tú eres un buen líder? —murmuró Roberto.
—No soy un buen líder. No tengo el poder de ver el panorama completo, pero conozco a alguien que sí puede hacerlo y tengo la suerte de ver cómo lo hace —negué con la cabeza.
Roberto escuchó el significado oculto en mis palabras y una sonrisa burlona apareció en mis labios —. Me odias por lo que hice, así que es de esperarse que pienses que no soy tan bueno como el Príncipe Licántropo de la familia real en todos los aspectos. Pero si hubiéramos estado juntos, tú y yo no estaríamos así.
—No, nunca te he odiado —me volví para mirar a Roberto y negué con la cabeza otra vez.