IAN
Durante unos días pasé con Orfen los mejores momentos, estudiaba psicología que tanto me apasionaba, nos amabamos él y yo noche tras noche.
Besarlo y sentir sus caricias en mi cuerpo era tocar el cielo con las manos. Dios cuánto amaba a Orfen, al punto que no toleraba la sola idea de separarme de su lado.
Hacía tiempo que no reía al despertar y al acostarme. La felicidad empezaba a golpear la puerta de mi vida, como solía tenerla cuando aún vivía con mis padres.
Mientras Orfen se ocupaba de las cuentas de su mansión y demás, yo leía libros de psicología que me ayudarían bastante.
En poco tiempo me hice amigo del mayordomo y de todos los que trabajaban en la mansión. Solía ir a la cocina a conversar con la cocinera y a pedirle mi comida favorita: ramen.
Comenzaba a ser normal en mi sonreír. Pero esa tarde al salir de cocina y dirigirme a la biblioteca pasé por el living y los ví juntos. Orfen besándose con una chica peliroja. Llevaba puesto un finisimo vestido rojo, con elegantes guantes escarlatas.
Ella lo abrazaba acariciándolo con dedos hambrientos. Cubrí mi boca con mi mano derecha para evitar gritar.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y retrocedi hasta que choqué con uno de los muebles. Ésto sobresaltó a Orfen y a la peliroja, quienes me miraron asombrados.
Ella hizo un gesto de desdén. Sus ojos verdes despedían odio al mirarme. Orfen me miró dolido y angustiado. Ví que ella seguía sujetándolo y él forcejeaba por soltarse.
Pero mi mente quedó en blanco. Respiraba entrecortado.
—Ian — dijo Orfen pero no quería oírlo, no quería ni podía saber que él no me amaba. Negué con la cabeza mientras lloraba y me fuí — ¡Espera! — escuché su grito pero no quería verlo ni oírlo.
Corrí a la biblioteca y me escondí en un lugar donde sabía que le costaría encontrarme. Me senté en el piso rodeando mis rodillas con los brazos y oculté mi rostro entre mis rodillas sin poder dejar de llorar.
Demasiado bueno para ser real había sido éste tiempo. Como sucedió con mi familia, mi madre murió, mi padre se volvió a casar y luego me hechó de casa. Así empezó mi calvario que hasta el momento no acabó.
Me dolía tanto, ya que era la segunda persona que tanto quería y que me traicionaba por culpa de una mujer. Aunque tanto mi padre como Orfen podrían haberse negado, sin embargo no lo hicieron.
Pero cada vez que Orfen me besaba y me hacia el amor podía sentir que era sincero, eso me confundía más aún ya que sentía que me amaba. Pero ¿por qué entonces se estaba besando con esa peliroja?
De repente sequé mis lágrimas con el torso de mi mano derecha, y me coloqué de pie. Con decisión y determinación salí de la biblioteca y me dirigí al living. Allí estaban ellos aún pero ahora discutían. Ella se negaba a irse y Orfen la alejaba de su lado repitiéndole la orden de que se marchara.
— No te conviene rechazarme Orfen ¿qué dirán los de la alta sociedad cuando se enteren que gustas de hombres? Será una gran vergüenza para tu familia — ella se movía como serpiente — Te ralearán de todos los sectores.
— Me importan muy poco tus amenazas Sara, vete de mi casa y de mi vida.
— No tendrás una vida amor
— Eso a tí no te incumbe
Me asombraba la testarudez de esa tal Sara ¿acaso no tenía orgullo? Orfen la estaba echando abiertamente, y ella ni se inmutaba. Apreté mis labios y entré al living.
Ambos me miraron asombrados, pero Orfen pasó del asombro al amor y corrió a mí. Nos abrazamos y nos dimos un fugaz beso.
Sara destilaba odio al vernos así y en verdad me alegraba. En esos momentos sentí que en mí emergia Escarlata. Me acerqué a ella y con furia le dí una cachetada sorprendiendo tanto a la peliroja como a Orfen mismo.
— Orfen te ordenó irte de aquí. Vete y no regreses
— ¡¿Cómo te atreves?! ¡Eres una perra arrastrada!
—Mira quién habla — luego miré a Orfen — Cuando acabes con ella buscame — Así me fuí pero él me sujetó
— Ian no...
— Esta es tu casa ¿cierto? Actúa como dueño de casa entonces.
Luego me fuí al dormitorio. Estaba furioso, ya que noté que a Orfen le afectaron las amenazas de Sara. Si él en verdad pensaba eso entonces....¿tendría que irme de aquí? La angustia volvió a apoderarse de mí. De repente recordé el momento en que mi padre me hechó de casa.
La insertidumbre, la angustia, el dolor, el echo de no saber qué pasaría con mi vida agolparon mi mente y mi alma. Me abracé a mi mismo y empecé a llorar.
Orfen entró momentos después, y me abrazó pero al querer besarme me incorporé alejándome de su lado.
—No...no me beses cuando la devoraste a esa perra....
—Pero....
—Dejé que me besaras frente de ella únicamente para hacerla rabiar.
—Ian, ella fue quien me besó, me tomó de sorpresa.
—Te afectó lo que ella te dijo Orfen — él me miró confundido — Si sigues conmigo arruinarás tu imagen ante la aristocracia y serías.....
Él me interrumpió besándome apasionadamente, yo quise resistirme pero él se mantuvo firme logrando que cediera. Me abrazó protectoramente y me perdí en sus apasionados besos y su sensual abrazo.
ORFEN
"Pero Sara no se daría por vencida, ya que estaba tan obsecionada con Orfen que era capaz de hacer cualquier cosa con tal de tenerlo solo para ella. Ojalá lo hubiese sabido en esos momentos...."
Orfen se detuvo ya que la noche había caído y tenían que cenar. Alice miraba a Orfen muy seria, le molestaba saber que había dañado a Ian con Sara y se lo hizo saber.
— Orfen ¿por qué le fuiste infiel a Ian sabiendo lo que había y estaba pasando? — miraba al azabache cruzada de brazos muy molesta
A Prfen le resultó divertida ver la actitud de Alice ya que se notaba su cambio en lo que respecta a Ian. La niña lo miraba con el ceño fruncido.
—Vamos a cenar — fue lo unico que dijo y se bajó del carruaje.
Alice se bajó cabizbaja y siguió a Orfen en silencio mientras pensaba en Ian Duncan. Deseaba verlo en persona, aunque más no sea una sola vez. Entraron al restaurante y tras pedir ambos quedaron en silencio.
Mientras miraba a Alice, el Von Fisher recordaba ese momento en que Ian narró en su diario. Sara en verdad lo había sorprendido, y para cuando reaccionó Ian estaba allí mirándolos y en extremo dolido. Que equivocado estaba Ian al pensar que las palabras de esa basura roja lo afectaban.
En realidad lo asombró al comprobar lo vacía que era la aristocracia. Si creían que podrían inmiscuirse en su vida estaban miy equivocados.
Estaba más que convencido de su sentimientos hacia Ian y muy seguro de lo que quería hacer con su vida. Solo pensaba en su amado rubio y en la vida junto a él.
Pero Sara no quería entenderlo, por eso cuando Ian la abofeteó y se fue, él la sujetó del brazo y prácticamente la arrastró hacia la puerta.
—¡Vete de mi casa y de mi vida! ¡No quiero saber nada de tí! ¡Y no me importan tus amenazas!
La tiró prácticamente fuera de la casa y cerró la puerta. Sara siempre le cayó mal, ya que era conciente de su obseción hacia su persona.
Ojalá hubiese sido más perpicaz para evitar los acontecimientos futuros, pero ya era tarde para lamentarse.
—¡Oye! — una vez más Alice lo alejó de sus pensamientos
— Dime
—¿Por qué lo hiciste llorar si en verdad lo amabas Orfen?
—Nunca me afectaron las palabras de Sara. Y jamás me fijé en ella porque yo...amaba locamente a Ian
—Pero...
—Cuando sigas escuchando su historia lo entenderás Alice.
—Eso espero — dijo la niña pero le sonrió al Von Fisher con dulzura — Me caes bien Orfen.
—Tu también me caes bien Alice. Ahora come, luego iremos al carruaje a dormir. Mañana seguiré leyendote la historia de Ian Duncan.