Sorprendentemente, Sei no se despertó antes del amanecer. Era la primera vez que dormía tanto. Siempre fue del tipo de criatura extraña que le gustaba competir con el sol para ver quién se levantaba primero. Y por primera vez, el sol finalmente obtuvo la tan esperada victoria.
Cuando Sei despertó, se levantó el antifaz y su bello entrecejo se frunció en confusión y sorpresa al momento de ver la brillante luz del sol penetrando por la ventana.
Estaba a punto de levantarse, cuando sintió un peso en su brazo.
Al darse cuenta que su esposa seguía dormida, se quitó con cuidado el antifaz de dormir y con su otra mano lentamente alcanzó de la mesa su máscara de día.
Luego de un rato, levantó con cuidado la cabeza de ella, y para su sorpresa la chica abrió los ojos en el proceso.
—Buenos días —le dijo ella, y después de casi tres segundos, Sei solo asintió. Luego, la dejó y saltó de la cama mientras la chica seguía bostezando y estirándose como un lindo gatito.
…
Al momento en que Sei salió de la habitación principal, un gran rostro apareció abruptamente frente a él.
—Eh, ¿qué hicieron ustedes dos anoche que despertaste tan tarde por primera vez en tu vida? Espera, espera, espera. No me digas que... ¿lo hicieron? ¿Lo hiciste? ¿Lo hiciste? —A Zaki casi se le salían los ojos. Estaba demasiado cerca, casi chocando con el rostro de Sei, por lo que él súbitamente le puso una mano en el rostro y lo alejó sin piedad.
Ignorando al hombre, Sei caminó hacia su estudio como si nunca lo hubiese escuchado.
—¡Oye, no me ignores! Espera, pero... el silencio otorga, ¿cierto? ¡Guau, Sei! ¿Debería esperar convertirme en tío pronto?
El sonido del portazo hizo que Zaki cerrara la boca. Pero su sonrisita traviesa no desapareció a pesar de que sabía que nada ocurrió realmente entre ellos dos. Zaki solo estaba disfrutando provocar a Sei mientras estaba en este tan denominado modo humano. Sabía que una vez que el chico volviera a su modo monstruo de siempre, no sería capaz de provocarlo de esa forma nunca más.
Minutos más tarde...
Sei salió de su estudio vestido majestuosamente como si se fuera a reunir con otro ser tan aterrador como él.
Al mismo tiempo, Davi que estaba a punto de llamarlo para tomar desayuno, no pudo pronunciar ni una palabra al verlo vestido como si fuese a caminar por la alfombra roja de la poderosa realeza.
Estaba aturdida y en silencio por lo mágico que lucía. Por suerte, luego de más de tres segundos, fue capaz de hablar. —Está listo el desayuno.
Sei estaba listo para responder cuando Zaki habló abruptamente detrás de ella. —Ah, señorita... puede ir por mientras. Nosotros iremos enseguida.
Luego de oírlo, Davi asintió y miró una vez más al enmascarado antes de alejarse en silencio.
Una vez que ya no estuvo la chica a la vista, Zaki rápidamente se puso al lado del hombre de la máscara.
—¿Estás pensando en irte sin tomar desayuno a pesar de la invitación de tu esposa? ¿La vas a dejar comiendo sola? ¿Sentada en esa larga y aburrida mesa tuya? Digo, ella ya está sola ahora. Dónde está tu corazón, tú, frío... —Zaki no pudo continuar el desgarrador discurso que tenía como objetivo hacer que Sei comiera antes de irse, porque el hombre ya lo había ignorado como si no fuese nadie. Mientras se dirigía a la cocina, Zaki casi saltó de la felicidad.
La verdad era, que, al verlo ya vestido, Zaki tenía claro que pensaba irse de inmediato. Por lo que sabía que tenía que intentar convencerlo de al menos tomar desayuno antes.
Pero, por supuesto, más de la mitad de la razón por la que estaba tan desesperado en que comiera, era porque acababa de ver a Davi preparar su plato favorito para desayunar. Se enamoró al primer bocado de la comida de Davi cuando probó la cacerola que preparó para Sei ayer. Él y YiJin se devoraron los restos como hambrientos al momento en que Sei se fue, agradeciéndoles en silencio a los dioses por no darle a Sei un sentido del gusto normal.