Chapitre 81: Capítulo 81 – Abriendo la puerta
Como existían solo cuadro mesas largas Diana, Alejandra, Claudia y yo decidimos ocupar una cada quien. No íbamos a permitir que Melissa desarrollara otro trauma más después de todo lo que vio hoy.
Una vez decidido el orden empezamos a buscar. Primero decidimos descartar la comida por lo que aprovechamos los momentos en que los truenos no iluminaban la habitación para buscar. La comida lucia normal. Todo parecía completamente normal y cada vez que escuchábamos el retumbar del trueno sacábamos las manos apresuradamente.
El estado de la comida no parecía afectar a los cuerpos por lo que podíamos inferir que alguna de las dos cosas eran ilusiones. ¿Cuál era real? ¿Cuál era falsa? No lo sabíamos, pero no queríamos averiguarlo tampoco.
Cada vez que metía mi mano en esa comida me sentía sucia. Solo podía pensar en que eran cuerpos y las sensaciones resbaladizas eran órganos o sangre. La idea no salía de mi cabeza por lo que me hizo vomitar un par de veces. No era la única quien lo estaba pasando mal. Alejandra, Claudia y Diana lucían pálidas al extremo después de vaciar por completo sus estómagos. Revisé por completo la mesa, pero no había nada.
Julia: Nada en esta mesa.
Diana: Acá tampoco.
Claudia: Nada
Alejandra: ¡La encontré!
Todas nos alegramos al no tener que meter nuestras manos en los cadáveres por lo que salimos corriendo a la puerta. Alejandra metió la llave, pero no abría. Por más fuerza que aplicáramos no abrió. Parecía que estábamos atrapadas en este sitio.
Kitty saltó del abrazo de Melissa y se paró a lado de una piedra brotada.
Kitty: ¡Miau!
Todas volteamos a ver a Kitty quien con sus pequeñas patas volcó la piedra mostrando la cerradura donde debía ir una llave. Sacamos la llave de la puerta e intentamos introducirla ahí pero tampoco funcionó. Sin embargo, Kitty nos hizo entender algo. Había más cerraduras y posiblemente más llaves. Con la esperanza retomada empezamos a buscar más cuidadosamente en la pared y piso.
Diana: ¡Encontré una acá!
Julia: Yo también encontré una.
Claudia: Yo también.
Parecía que solo existían cuatro cerraduras. Probamos la llave en las tres hasta que giro en una. La llave fue tragada por la pared y posteriormente la cerradura desapareció como si fuera arte de magia. Teníamos una llave, pero faltaban tres y solo quedaba unos lugares donde no buscamos aún.
Queriendo terminar con esto de una sola vez las cuatro esperamos a que saliera el trueno para buscar en los cadáveres. Teníamos muy poco tiempo alrededor de diez segundos por trueno. Los cristales de las ventanas parecían retrasar el dispersar de la luz de los rayos, pero eso era todo.
El tiempo era esencial por lo que empezamos apenas cayo el primer relámpago. Revisé y busqué dentro de las tripas, boca y cualquier cavidad visible. Era asqueroso, pero trataba de pensar en otras cosas mientras lo hacía. Esto me permitía continuar firme sin la necesidad de botar el relleno de mi estómago.
Claudia se mantenía en el mismo puesto mientras que Alejandra se había ganado el suficiente valor como para hacerlo. Terminamos de contar hasta diez y todas las que teníamos las manos en un cadáver las sacamos al mismo tiempo.
Esto tomó alrededor de dos horas hasta que finalmente yo encontré una llave. Treinta minutos después Diana encontró otra. Alejandra no encontró ninguna lo que indicaba que la ultima estaba en la mesa de Claudia. Quien no se movió en todo este tiempo y permaneció en estado de shock.
Julia: A esto es lo que me refería. No tienes valor.
Mis palabras hicieron que Claudia agachara la cabeza. Claudia nos había acompañado desde primer semestre en la universidad. Sin embargo, nunca se animó a decirle algo a Leo aparte de las tareas o trabajos de la universidad. Ella carecía de valor y determinación. Era una cobarde que no enfrentaba la situación y únicamente observaba a un costado. Si esto fuera una historia ella sería el típico estereotipo femenino que necesitaba ser protegida y rescatada. Esto era la vida real y necesitaba adaptarse a su nuevo entorno.
Diana: Dividamos esta mesa en tres y busquemos.
Alejandra y yo asentimos y empezamos a buscar en la montaña de cuerpos. Claudia seguía en el mismo sitio con la mirada agachada. Parecía que lagrimas caían de su rostro, pero no presté atención a eso.
Mi único objetivo era encontrar esa llave para olvidar que metí mis manos en cadáveres de hombres.
Alejandra: ¡Lo tengo, la encontré!
Alejandra tenia la mano alzada mientras sostenía una llave. Al ver esto Diana y yo nos alegramos y colocamos las llaves en cada cerradura. El cuarto tembló y parecía que la tormenta había menguado y ahora salía la luz del sol. Esta nueva luz hizo que la comida desapareciera y mostrara los cuerpos de forma permanente.
Después de ello el sonido de una pared moviéndose fue audible proviniendo desde el lugar donde estaba anteriormente el cuadro.
Julia: ¡Lo sabía!
Sabía que había algo detrás de ese cuadro. Cuando terminó nos acercamos y con dificultad debido a la altura pudimos observar el contenido. Ese espacio abierto tenia las dimensiones de un metro por un metro y en su interior únicamente había una caja.
Saqué la pequeña caja y bajé. La caja era de madera y tenía la forma de un pequeño cofre del tesoro. No tenia cerradura por lo que simplemente lo abrí. Dentro de ella estaba una llave y una foto con letras atrás. Diana tomó la foto y dijo.
Diana: Para recordar el primer día de todos los caballeros imperiales. Atentamente el líder de la guardia.
La foto era algo diferente de lo que estábamos acostumbrados. No era un papel foto y era algo más parecido como papiro, pero la calidad de la imagen era mucho más alta que una foto actual. Dentro de la foto estaban los caballeros sosteniendo sus espadas y lanzas haciendo poses de peleas mientras grandes sonrisas cubrían sus rostros. De hecho, pude reconocer a algunos ya que estaban encima de esas mesas.
Tomé la llave y finalmente la perilla giro al insertarla.
L’AVIS DES CRÉATEURS 
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EXCALIBUR_st Feliz inicio de semana. Disculpen la tardanza. Tuvé que revisar los errores de este capítulo. Espero contar con su apoyo esta semana tambien y no olviden dejar sus piedras de poder.
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