Desde su sesión de galope a caballo una tarde, sin ningún accidente, Basil Jaak se encontraba cada día practicando esgrima con Debby Sutton. Ya fuera durante la siesta de la señora Sutton o en plena noche cuando no había nadie alrededor, Basil estaba disfrutando de su mejor vida.
—¡Sutton, toma un poco de agua! —dijo Basil, colocando un vaso de agua en la mesa de Debby y sujetando su cabeza con una mano, preparándose para ayudarla a beber.
Debby aceptó el vaso, dio un pequeño sorbo de agua y luego lo escupió.
Al ver esto, Basil pensó que algo podría estar molestando a Debby, así que preguntó apresuradamente:
—Sutton, ¿te sientes mal en algún lado?
Debby dijo fríamente:
—¡Me siento náuseas!
—¿Te sientes con náuseas? Llamaré al Dr. Haipiya —respondió Basil, buscando su móvil con la intención de llamar al hospital, pero Debby lo detuvo.
Debby rodó los ojos, diciendo de mala gana:
—¡Solo dije que me siento con náuseas!