El sonido de los tacones se escuchaba en el espacio vació.
Una mujer vestida con un abrigo de lana de color borgoña se paró frente a Xia Ling.
—Límpiate esas lágrimas. Te ves fatal. Sólo es un rompimiento —rápidamente la Hermana Mai Na, saco un pañuelo de su bolso y se lo dio—¿No puedes mantenerte firme? No es el fin del mundo.
Xiao Ling levantó su rostro sucio y vio a una bella y arrogante mujer. Estaba tan sorprendida que tardó en reaccionar.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó entre sollozos.
—Si no hubiera venido, habrías llorado hasta morir en el aeropuerto durante el Año Nuevo —la Hermana Mai Na estornudó, y uso la servilleta para limpiar el rostro de Xiao Ling—. Eres una joven tan bella. ¿Vale la pena llorar así por un hombre? Si el jefe no te quiere, es su pérdida. Si él quiere romper contigo, entonces simplemente rompe con él. Vamos a encontrar un novio mejor para vengarnos de él.
Xia Ling comenzó a llorar otra vez.