Naida y Keijo habían evacuado con éxito a todos. Actualmente, en la mansión no quedaba nadie. Mientras evacuaban a los diferentes sirvientes de la mansión, pudieron sentir las diferentes fluctuaciones de maná que provenían de una de las armerías, en las que normalmente guardaban las armas que ya no se utilizaban o ya no servían. Ellos sabían que, sin lugar a dudas, en ese lugar se estaba desarrollando una batalla feroz, pero optaron por no acudir de inmediato, ya que habían notado que los diferentes hechizos que deberían estar activos para proteger la mansión habían sido alterados para que no funcionaran. Sin lugar a dudas, todo esto fue hecho cuando entraron en la habitación mágica. Los dos tuvieron que quedarse a reparar los circuitos mágicos que habían sido alterados, ya que estos mismos circuitos eran los mismos que impedían el teletransporte.
"Sí por pura casualidad estos circuitos mágicos no estuvieran funcionando y alguien intentara teletransportarse, sin lugar a dudas lo lograrían", dijo Naida mientras reparaba el último circuito mágico que había sido alterado.
"Sin lugar a dudas, esto fue obra de ellos."
Se escuchó la molestia en su voz. Por otro lado, Keijo permaneció tranquilo e imperturbable; solo escuchaba a la líder de la guardia real.
"Vamos, Keijo, esa reparación es solo una medida temporal. Si intentan un teletransporte masivo, sin lugar a dudas se romperán los circuitos."
Naida sabía mejor que nadie el motivo por el cual habían manipulado los circuitos mágicos que estaban grabados en las diferentes partes de la mansión. Después de todo, ya había escuchado a aquel chico de cabello blanco y ojos azules; él había dicho que habían esparcido varios pergaminos de teletransporte por la mansión. Dependiendo de los tipos de pergamino, podrían teletransportar hasta 1000 personas, y con lo grande que era la mansión, les sería imposible encontrar los pergaminos a tiempo. De esta forma, los dos abandonaron el área en la que se encontraban y se dirigieron rápidamente al almacén de armas. No tardaron mucho tiempo en llegar, ya que habían corrido a máxima velocidad. Una vez que llegaron, rápidamente ingresaron a la armería, y lo que vieron los dejó sorprendidos en gran medida. La razón de esto era simple: el lugar estaba hecho un desastre. Las armas y las lanzas que guardaban en ese lugar estaban hechas pedazos; otras estaban hechas fragmentos muy pequeños. Se podían ver rastros de sangre por toda la zona. Sin lugar a dudas, no pertenecían al ser que yacía en el centro de la armería. Ahí se encontraba él, aquel chico de cabello blanco y ojos azules. Pero había algo muy diferente en él: su mirada y su expresión era gélida. Era como si no le importara nadie más; era como si los estuviera mirando como cosas sin valor. Naida intentó romper el silencio, pero aquel chico se le adelantó.
- LAS AMENAZAS HAN SIDO ELIMINADAS.
Naida y Keijo se sorprendieron cuando habló. Su voz era extraña; ellos habían escuchado la voz de ese chico con anterioridad, pero esta voz que salía de él era muy diferente. El solo hecho de escuchar esa voz hacía que se les enfriara la nuca y podían sentir cómo les temblaban levemente las manos, a pesar de que aquel individuo no estaba emitiendo ninguna clase de aura; no se podía sentir ni una pizca de maná en él. Sin lugar a dudas, los dos tuvieron el mismo pensamiento, y era de que no se trataba de la misma persona. Naida habló; su garganta se le había secado por alguna extraña razón; no sabía qué era lo que la estaba oprimiendo.
"Entiendo. ¿Y dónde están los cuerpos?"
- NO ESTOY AUTORIZADO A RESPONDER ESA PREGUNTA.
Naida quedó confundida con esa respuesta que recibió; él se estaba negando a responder. Keijo también estaba confundido con esa respuesta; que él dijera que no estaba autorizado a responder una pregunta solo significaba que alguien le había prohibido hablar y no podía pasar por encima de esa existencia. Al llegar a ese entendimiento, ambos fruncieron el ceño.
"¿Qué hará de ahora en adelante?" Naida preguntó. Le habían ordenado que le diera su apoyo a ese individuo; por lo tanto, quería saber cuál sería su siguiente curso de acción, pero lo que soltó ese individuo la dejó fría; pudo sentir cómo su cuerpo se tensaba por la información.
- LA ÚLTIMA ORDEN DADA POR MI SEÑOR FUE: ELIMINAR A LOS INTRUSOS. DADO QUE MI SEÑOR NO SE ENCUENTRA DISPONIBLE EN ESTOS MOMENTOS, LA CADENA DE MANDO SE ME HA TRANSFERIDO A MÍ. POR LO TANTO, SE LES PERMITIRÁ A LOS INTRUSOS INVADIR LA MANSIÓN; DE ESTA MANERA SERÁ MÁS FÁCIL ELIMINARLOS.
"¿Qué?"
"¿???"
Naida y Keijo quedaron confundidos con la última declaración que dio el chico de cabello blanco y ojos azules. Sin lugar a dudas, les había parecido que él había dicho que les permitiría a los invasores teletransportarse a la mansión para poderlos eliminar. Todo lo que podían hacer era preguntarse si habían escuchado bien, y otra cosa que les había llamado mucho la atención fue que ese ser hizo mención de un 'señor', dándoles a entender que servía a alguien. Cabe destacar que hasta el día de hoy todos creían que él no servía a ninguna entidad. Naida quiso preguntar más sobre esa declaración que había hecho, pero no le dio tiempo, ya que en un instante pudieron escuchar un temblor a lo lejos; se podía sentir y oír un temblor; algo parecía estar atravesando las paredes a una velocidad increíble. Rápidamente los dos se pusieron en guardia. Después de unos momentos, aparecieron cuatro figuras; de inmediato se dieron cuenta de que no se trataban de personas, sino de objetos, o para ser más precisos, de pergaminos. Estos se encontraban envueltos en una barrera en forma de esfera cada uno; esas barreras habían atravesado todo lo que se interpuso en su camino hasta llegar a este lugar. Rápidamente se dieron cuenta de quién había sido el responsable, ya que las cuatro esferas rápidamente se acercaron al chico de cabello blanco y ojos azules. Este rápidamente deshizo las barreras que protegían a los pergaminos y los tomó en sus manos.
- ACTIVANDO CÍRCULOS DE TELETRANSPORTE.
Naida y Keijo solo fueron capaces de ver lo que estaba haciendo aquel individuo; el mismo se estaba encargando de llamar a los invasores. Pudieron ver cómo los círculos mágicos empezaron a aparecer en el suelo; eran enormes; había un total de cuatro. Y, como siempre, no pudieron sentir ni una pizca de maná en dicho proceso. Habló el chico de cabello blanco y ojos azules:
- NO REQUIERO APOYO.
Una vez que el chico dijo esas palabras, chasqueó los dedos de su mano derecha y aparecieron muros que formaban un cubo; cubrían toda la zona en la que aparecieron los círculos mágicos. Los dos habían entendido que él no quería que interfirieran en la lucha. No pasó mucho tiempo para que se empezaran a ver a múltiples personas; cada persona que apareció del círculo mágico de teletransporte vestía una túnica negra y máscaras; cada una era poseedora de una presencia imponente; un total de 80 individuos se habían teletransportado dentro del almacén. La mayoría de los que se habían teletransportado parecían confundidos; se podían escuchar murmullos en el área dentro de la barrera.
"¿Qué hacemos en una armería?"
"No lo sé; nadie me dijo nada de esto."
"¿Se equivocaron acaso?"
Ese tipo de conversaciones se podían escuchar; parecían estar confundidos por el hecho de que se habían teletransportado a la armería; después de todo, las ubicaciones que les habían dado y que se suponía que debían atacar no era esa. Pronto, una figura alta, cubierta con una capucha y una máscara, habló de entre todas las personas que habían sido teletransportadas. Esa persona era la que menos presencia tenía, pero por alguna extraña razón todos hicieron silencio en el mismo instante que esa persona abrió su boca.
"Parece que los elfos no son tan idiotas después de todo."
Dijo la persona que parecía ser el líder de todos los sujetos que se habían teletransportado. La mirada del sujeto estaba clavada en los dos elfos que yacían cerca de la entrada de la armería; él tenía información sobre esos dos; se trataban de nada más ni nada menos que la líder de la guardia real, que se llamaba Naida, y otro más que se llamaba Keijo; tenían mucha información sobre ellos, desde su origen hasta sus habilidades mágicas. La persona que parecía ser el líder de los invasores notó algo bastante peculiar en los dos elfos: ellos no los estaban mirando; de hecho, parecían estar buscando algo, o más precisamente, a alguien. Mientras pensaba en eso, alguien más se le acercó; se trataba de la persona que había fracasado en la misión anterior; se trataba de Aris.
"Jalren, la barrera no parece ser la gran cosa, pero es preocupante que se nos hayan adelantado; creo que deberíamos dar marcha atrás."
Sugirió; se notaba la preocupación en la voz de Aris; estaba más que claro que no se sentía a gusto con la situación actual; sus planes parecían haber sido descubiertos; sin lugar a dudas, se encontraban en desventaja. Al escuchar la sugerencia de Aris, se pudo sentir que el aire pareció enfriarse de repente; el hombre que parecía ser quien poseía el aura más débil de todos los presentes, de repente todo a su alrededor se enfrió; su sola presencia enviaba escalofríos a todos los presentes; todo esto fue presenciado por Naida y Keijo; ellos habían estado analizando a los recién llegados; al sentir sus presencias, de inmediato se dieron cuenta de que, sin lugar a dudas, iban a requerir de que toda la guardia real estuviera completa para poder plantarles cara; después de todo, entre los sujetos que habían llegado había sujetos extremadamente hábiles; cada uno de los recién llegados era, sin lugar a dudas, un experto en el arte de la guerra y del asesinato; se podía sentir la experiencia que tenían, y el sujeto que parecía ser el líder parecía estar en una liga propia. Pero lo que habían estado buscando entre la multitud de personas que se había teletransportado para invadir no estaba allí; solo le habían quitado los ojos de encima por unos cuantos segundos, y cuando volvieron a tratar de colocar los ojos sobre él, ya no estaba allí, y sabían que tratar de ubicarlo por medio de su maná era una pérdida de tiempo.
"¿A dónde fue?" preguntó Naida.
"No tengo la menor idea; no lo ubico", respondió Keijo.
"No se habrá escapad-"
Cuando Naida estuvo a punto de sacar la idea de su boca de que posiblemente el chico de cabello blanco y ojos azules se había escapado, vio algo que la dejó sin palabras; vio a una persona, o más precisamente, a una niña que se suponía que debía estar con el rey y su madre; ella se encontraba allí, entre todos esos rufianes que se habían atrevido a invadir los aposentos de la familia real.
"Imposible."
Esa fue la única palabra que salió de la boca de la líder de la guardia real; había quedado en shock; no se podía mover por la repentina sorpresa; nunca esperó ver a esa persona ahí. Por otro lado, Keijo soltó una maldición mientras se preparaba para romper la barrera y entrar. Cuando él desenvainó su espada e intentó romper la barrera, algo ocurrió; sus ojos vieron algo que no debería ser posible, algo inaudito; él soltó la misma expresión de Naida.
"Imposible."