Blake miró a la elfa sonrojada durante un minuto antes de poner su mano en su cabeza y asentir —Está bien... Volveré. Esto, lo prometo.
—Mm... —Noa asintió mientras le daba a Blake otro abrazo—. Su pequeño corazón de elfa había sido completamente robado por ese estúpido hombre humano. El beso que él le dio fue el empujón final que necesitaba. Su gentil amabilidad y burlas durante los últimos meses le habían permitido penetrar cada vez más profundo en su corazón hasta que, finalmente, lo consumió todo.
Después de romper el abrazo con Noa, Blake se despidió de los otros tres antes de saltar del techo, desenvainar su espada y salir corriendo. No dejaría a los cuatro solos por mucho tiempo. Planeaba moverse tan rápido como pudiera en línea recta.