A medida que pasaban los días, Hazel se sentía inquieta. La mayor parte del tiempo se sienta junto a Rafael y le habla o pasa su tiempo en el jardín.
Stefan la estaba ignorando por alguna razón, cada vez que ella intentaba preguntar, él solo negaba con la cabeza.
—¿Sabes lo que mi padre pediría, verdad? —preguntó abruptamente mientras miraba a Stefan alejarse. Él se detuvo y la miró.
—El mundo de humanos y demonios es diferente, Hazel. Te lo he advertido tantas veces pero no escuchaste —cuando él vio su estado emocional, suspiró—. Soy más como un enviado extranjero que ha venido a otro país para mejorar sus relaciones.
—Me creaste cuando no sabías cómo controlar tu poder. Tu muerte me ató aquí sin un cuerpo. Ese Rafael me usó como mejor le pareció —negó con la cabeza.