—¡Qué adorable Slime! ¿Quizás es tu mascota, sir Lucien? —preguntó Anastasia después de que ella y Lux se saludaran y se conocieran sus nombres.
Había visto muchos Slimes antes, pero por alguna razón, el Slime azul que estaba posado en la cabeza del regordete humano, la hacía sentir que era muy diferente de los Slimes regulares que había visto en el pasado.
—No es mi mascota, Su Alteza —respondió Lux—. Ella es mi hija, Eiko. Eiko, saluda a Su Alteza.
Eiko miró abajo hacia el adorable Enano desde la parte superior de la cabeza de su papá y sonrió.
—¡Hola!
—Hola para ti también, Eiko. Es un placer conocerte.
—¡Vale!
Eiko se rió mientras seguía mirando al adorable Enano, que la observaba a ella y a su papá con una mirada crítica. En sus ojos, la Princesa no era diferente de Heidi, Laura y Livia, así que saludó a Anastasia como lo haría con otras personas.