CAPÍTULO 89
~Punto de vista de Zara~
La tensión me envolvía firmemente, y cuando finalmente llegó el coche a la mansión de Nieve, solté un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.
Los recuerdos de la casa de mi familia—el cansancio de mi padre, la frustración de mi madre, la agitación de Elias—se reproducían como un montaje no deseado, amplificando el peso en mi pecho.
El conductor se acercó a abrir mi puerta y salí, alisando las arrugas de mi vestido antes de tomar mi bolso. La mansión de Nieve se levantaba imponente pero reconfortante frente a mí, y una extraña sensación de alivio me invadió.
Los terrenos familiares, los suelos pulidos, incluso el aire un poco demasiado frío, todo indicaba estabilidad, control—dos cosas que había echado mucho de menos en los últimos días.
Uno de los empleados de Nieve me saludó con una reverencia cortés. —Señora Zara —dijo, tomando mi bolso—. Bienvenida de nuevo.