Después de delegar tareas y ver a la mayoría de los sirvientes irse llorando, Jeslyn fue a ver a Maverick en su estudio.
—Plum, dijiste que Rex enviaría a Valen a casa. ¿Dónde está? Quiero verlo —dijo Jeslyn.
Maverick se levantó de su silla y llevó a Jeslyn a una de las habitaciones de su piso donde le advirtió que no entrara.
Dentro de la habitación, Jeslyn se sorprendió al saber que era un laboratorio. Vio a Valen acostado en una cama con tubos en él y los ojos cerrados.
Sus ojos empezaron a arder cuando vio a su hijo así, pero tercamente lo aguantó. Se acercó a él y se sentó junto a la cama. Jeslyn tomó su pequeña mano y la acarició lentamente antes de volver a mirar a Maverick.
—¿Quién lo limpia? —preguntó Jeslyn.
—Las enfermeras.
—¿Puedo hacerlo yo a partir de ahora? Quiero ser parte de su recuperación. Quién sabe, podría despertar para gritarme por lavarlo de la manera equivocada —dijo Jeslyn con lágrimas en los ojos.