—Sus cuerpos se calentaban mientras recorrían el parque, buscando un buen lugar para saborearse en privado —se encontró pensando él.
—Desafortunadamente, él no podía permitirse un hotel por ahora.
—Lo afortunado era que él había crecido en ese lugar y había jugado con otros niños cuando su familia todavía estaba completa —recordó con algo de nostalgia.
—Conocía todos los rincones de este lugar y sabía que había un bosque de bambú cerca. Se escondía allí mucho cuando era niño.
—El bosque de bambú era grande y denso, aprovechando el terreno existente. Había muchos espacios aquí que no habían sido explorados y él jugaba en ellos como un niño aventurero —explicó, mientras guiaba a Naia por el sendero casi olvidado.
—En cuanto llegaron allí y confirmaron que no había nadie, Leon inmediatamente aprisionó a Naia contra un resistente grupo de bambús, alzándola para que sus rostros quedaran al mismo nivel, y se inclinó para tomar sus labios —narra la escena con intensidad.