—Santa Di Anfu, ¡tu corazón está turbado! —En el avión, Kaidiluo abrió los ojos y miró a la algo ansiosa Santa Di Anfu y dijo—. ¡Tu fe se tambaleó durante tu viaje a Huaxia!
—Gran Caballero, yo... —Santa Di Anfu se sobresaltó.
—¡No necesitas explicar! —Kaidiluo dijo indiferentemente—. No tienes que decirme nada. Aun si me convencieses, ¡no puedes engañar a tu propio corazón!
El corazón de Santa Di Anfu estaba ligeramente amargo. No sabía por qué, pero desde que decidió dejar Huaxia, su estado de ánimo había sido muy inquieto, y ni siquiera el hechizo de Luz que antes era efectivo podía calmar su espíritu.
Como Santa Luminosa, Santa Di Anfu sabía que su estado actual era muy anormal. En lo profundo de su corazón, había aparecido una sombra vaga, y como Santa Luminosa, se suponía que debía dedicarse completamente a Dios: ¿cómo podría albergar afectos personales?