(Desde la perspectiva de Azul)
—Dem... Por favor...
—Haz lo que te digo. No pares.
Me toqué allí abajo y sentí el placer acumulándose dentro de mí. En mi mente, no era yo quien me estaba tocando. Más bien, eran sus grandes dedos los que me volvían loca con cada movimiento.
—Ah... Uh...
Mantenía mis ojos en él, tal como él me había dicho. También se estaba tocándose él mismo, con una sonrisa en su seductor rostro. Parecía que estaba disfrutando. Era la primera vez que lo veía hacerlo y también la primera vez que me tocaba a mí misma frente a él. Era vergonzoso, pero también excitante.
De repente, el placer dentro de mí comenzó a desbordarse y sentí que mi mente se volvía en blanco. —¡Ahh! ¡Ay! Uh... Voy a correrme... ¡Ahh!
—Sí, yo también —gruñó—
—Ahh... Dem... Nngh...
Jadeaba furiosamente después del intenso clímax. —Haa...
—¿Te ha gustado tanto? —preguntó y yo asentí—. La vista me ha hecho correrme también. Mira tus piernas. Me he corrido encima de ti.
—Haa...