(Desde la perspectiva de Azul)
—Cierto, la tiara... —Sacó la caja incrustada de joyas de la tiara y la abrió. La tiara era de oro y estaba adornada con piedras preciosas negras profundas. Dem afirmaba que esas piedras eran extremadamente valiosas y sólo se podían encontrar en Querencia.
—Colocó la tiara en mi cabeza y, para ser honesta, por un momento, pensé que era otra persona.
—No era la primera vez que lo hacía. Cuando fui coronada Reina de Querencia, también lo hizo. Pero me la quité casi enseguida porque Dem dijo que no necesitaba llevarla todo el tiempo ya que sólo era una formalidad llevarla a veces.
—Las coronas del rey y la reina habían sido siempre las mismas desde el principio. Era asombroso lo hermosas y nuevas que todavía se veían las coronas.
—Ah, tú... realmente pareces una reina —murmuró mientras apoyaba su barbilla en mi hombro.
—Sí... estoy sorprendida... —murmuré.