Mientras comían, discutían sus planes para el futuro. Lennox tenía algunas ideas emocionantes y Adrienne estaba emocionada de ser parte de ellas. Sentía un sentido de alegría y realización que no había experimentado en mucho tiempo.
Después del postre, Lennox se acercó a ella, su voz baja y seductora. —¿Cogemos una suite esta noche, Addie? Quiero que seas solo para mí. Te he echado de menos.
Adrienne asintió con entusiasmo, un rubor subiendo por su cuello. Se sentía viva y deseada y no podía esperar para estar a solas con su marido. Ella comió su postre mientras Lennox hacía una llamada telefónica para organizar su noche.
Al salir del restaurante, Lennox tomó su mano, entrelazando sus dedos con los de ella. Adrienne podía sentir el calor de su toque esparciéndose por su cuerpo, encendiendo una chispa familiar de deseo.