Victor llegó a su hogar después de los intensos acontecimientos recientes. Aunque había logrado derrotar a esa abominación que parecía una versión retorcida de sí mismo, lo que había presenciado y experimentado no dejaba de darle vueltas en la cabeza. La técnica "Infernal Eternal" había mostrado su eficacia, pero también quedó claro que no era perfecta. Ese ser le había mostrado algo aterrador: una versión de esa técnica que no solo alteraba la realidad, sino que podía trastornar la mente misma.
Victor, cansado pero decidido, sabía que era hora de abrirse sobre su pasado. Había secretos que Karen y Bianca desconocían, y después de todo lo que había pasado, sentía que merecían saber la verdad. Luci y María, sus esposas, ya conocían su historia, y aunque siempre habían estado ahí para él, esto era algo que necesitaba compartir con todas.
En la sala de su hogar, Victor reunió a las cuatro mujeres. La atmósfera era tranquila pero cargada de expectativa. Karen y Bianca lo miraban con curiosidad, mientras que Luci y María lo observaban con comprensión.
Victor tomó aire y comenzó:
—He estado pensando mucho últimamente... sobre mi vida, sobre todo lo que ha pasado, y creo que es momento de contarles algo que no todas saben. Karen, Bianca... ustedes no conocen todo mi pasado. Y creo que es hora de que lo sepan.
Bianca frunció el ceño ligeramente, confundida.
—¿De qué estás hablando, Victor? ¿Es algo malo?
Karen asintió, un poco inquieta.
—Victor, sabes que puedes confiar en nosotras. Pero, ¿qué tan grave es?
Luci, siempre calmada, intervino suavemente.
—Es algo que lo marcó profundamente, pero necesita que lo escuchen con el corazón abierto.
Victor asintió, agradeciendo el apoyo de Luci con una leve sonrisa.
—Hace años, antes de que pudiera llamarme un héroe, antes de ser lo que soy ahora, fui testigo de horrores que no puedo olvidar. Perdí a mi gente, a mi planeta, a todo lo que conocía, por culpa de alguien en quien confiaba. Mi antiguo amigo, Nine Sharon, traicionó todo lo que defendíamos y destruyó todo lo que amaba.
La habitación quedó en silencio. Bianca y Karen lo miraban con los ojos muy abiertos, procesando lo que escuchaban.
—Eso no es todo. Esa traición me cambió. Me llenó de odio, de rabia, de ganas de destruir a quien se atreviera a hacerme daño. Hubo momentos en los que perdí mi rumbo... momentos en los que creí que la venganza era mi único propósito.
Karen, con un nudo en la garganta, susurró:
—¿Cómo pudiste soportar tanto dolor?
Victor bajó la mirada un momento antes de continuar.
—No fue fácil. Pero conocí a personas que me ayudaron a recuperar mi camino. Y aunque todavía lucho con mis demonios internos, sé que cada día vale la pena porque estoy rodeado de quienes amo. Ustedes.
María, tomando su mano, dijo con suavidad:
—Gracias por compartir esto, Victor. Sabemos que no es fácil abrirse así.
Karen y Bianca se acercaron para abrazarlo, dejando claro que, aunque les dolía saber por lo que había pasado, estaban dispuestas a apoyarlo. Victor sintió un alivio que no había sentido en años. Ahora, más que nunca, estaba listo para enfrentar lo que fuera, sabiendo que no estaba solo.
Victor, con un tono serio y firme, levantó una mano para detener los abrazos y pidió a todas que se sentaran. Su mirada era intensa, cargada de emociones reprimidas, mientras continuaba:
—No necesito abrazos ahora. Lo que necesito es que escuchen. Esto no es solo un cuento, es mi vida, y no ha sido fácil cargar con todo esto.
Las mujeres asintieron y tomaron asiento, notando la gravedad en su voz.
—La traición de Nine Sharon fue solo una parte de todo lo que he soportado. Antes de eso, viví abuso... abusos físicos, emocionales, psicológicos. Me entrenaron, me moldearon para ser un soldado en Yadaratman, el lugar donde crecí. No fue una elección, fue una condena. Me obligaron a conquistar planetas, a destruir vidas. No estoy orgulloso de ello.
Victor pausó por un momento y miró a María, su esposa, quien mantenía una expresión neutral, aunque había un rastro de dolor en sus ojos.
—María, tú sabes a lo que me refiero. ¿Recuerdas el día en que nos enfrentamos? Fue una de las peores experiencias de mi vida. No fue solo el combate, fue lo que representó: mi obediencia ciega, mi incapacidad de desobedecer órdenes. Te insulté, te herí... y aún así, aquí estás, a mi lado. Ese día cambió algo en mí.
María asintió lentamente, sin apartar la mirada de él, mostrando que, aunque recordaba el dolor de aquel momento, lo había perdonado.
Victor continuó:
—Cuando terminé esa misión, volví. No estoy seguro si fueron tres meses o más, pero para mí fue una eternidad. Y luego llegó esa maldita profecía... "El salvador", ¿pueden creerlo? Un título que no pedí, que no quería, y que todavía me pesa.
Se pasó una mano por el rostro, claramente frustrado por el recuerdo.
—Cuando Nine Sharon me traicionó, no solo destruyó mi planeta, destruyó mi confianza en las personas.
Victor tomó aire, su mirada se perdió por un instante, y corrigió lo que había dicho con un tono sombrío:
—No, no gané esa batalla... Perdí. Perdí contra Nine Sharon. No importa cuánto lo intenté, su poder, su odio, y su estrategia fueron superiores. Y esa derrota... aún me persigue.
Las mujeres lo observaron con atención. El peso de la confesión hizo que el ambiente se volviera más tenso.
—Él lanzó su mejor ataque, y yo el mío. Pero no fue suficiente. Su energía me superó, me dejó al borde de la muerte. El dolor físico no se comparó al vacío que sentí al darme cuenta de que había fallado... Que no pude vengar a mi gente, que no pude salvar mi hogar.
Victor se frotó las manos con fuerza, intentando aliviar la tensión que sentía al revivir esos momentos.
—Después de esa batalla, pensé que mi historia terminaba ahí. Pero no. Algo o alguien decidió que debía seguir adelante. Un agujero temporal apareció y me arrastró hasta este tiempo, hasta 2024. Al principio no entendía por qué. ¿Por qué sobreviví? ¿Por qué me trajeron aquí? Pero ahora lo sé... Era para conocerlos a ustedes. Para encontrar una razón para seguir luchando.
Hizo una pausa y miró directamente a María, luego a las demás, con una mezcla de tristeza y determinación.
—Esa derrota me enseñó que no soy invencible. Pero también me mostró que siempre hay una oportunidad para levantarse, incluso cuando sientes que todo está perdido. Ahora, no lucho solo por venganza. Lucho por ustedes. Por nuestro futuro.
El silencio que siguió estaba cargado de emociones. Las palabras de Victor resonaron en cada una de ellas, dejando en claro que, aunque había sido derrotado, no se había rendido.
Victor continuó con una ligera sonrisa, aliviado de compartir esos recuerdos, aunque las emociones seguían siendo profundas para él.
—Cuando llegué, lo primero que recuerdo es que me recibió Elena y Rigor en la academia. Fue... raro. No tenía idea de lo que estaba pasando ni quién era en realidad. Estaba vacío, pero ellos me ayudaron a adaptarme, a entrenar. Aunque mi mente seguía nublada por todo lo que había vivido antes.
Se detuvo un momento, como si estuviera procesando los recuerdos con mayor claridad.
—Luego, conocí a Luci. La primera vez que la vi, fue... interesante. Ella era muy hostil, no me dejó acercarme fácil. Recuerdo que, al principio, no entendía por qué actuaba así. Pero, después, con el tiempo, comprendí. Luci no confiaba en mí, y en ese entonces, yo tampoco me conocía lo suficiente para que alguien confiara en mí.
Miró a Luci, con una mezcla de cariño y nostalgia en sus ojos.
—Pero, Luci... me demostró algo importante. Que no todo se trata de confianza inmediata. A veces, la gente tiene sus razones para ser cautelosa. Y poco a poco, todo cambió.
Se giró hacia las demás, la sonrisa en su rostro se suavizó, y su tono se volvió un poco más serio.
—Es curioso, ¿no? Cómo las primeras impresiones a veces pueden ser engañosas. Luci fue dura conmigo, pero me hizo crecer. Todo lo que pasó antes, todas las pérdidas... no importaban tanto ya. Porque al final, lo que importa es cómo seguimos adelante. Y ustedes, todas, me ayudaron a encontrar una razón para seguir luchando.
Victor se quedó en silencio un momento, observando a cada una de ellas, agradecido por el camino que había recorrido hasta ahora, aunque estuviera lleno de oscuridad, porque al final, había encontrado la luz a su alrededor.
Victor dejó escapar una risa leve, con algo de incomodidad al recordar aquellos eventos.
—Después de todo eso, me enfrenté a Trapecio. Un buen oponente, no lo puedo negar. Era un alumno ejemplar en la academia, y aunque parecía tener buen control de su habilidad, me dio una lección de humildad.
Se llevó una mano al cuello, como si aún sintiera el golpe.
—Me golpeó en la nuca, y fue en ese momento cuando mis memorias regresaron de golpe. Fue... como una tormenta de recuerdos. Recuperé todo al instante, pero lo malo fue que no pude evitar que mi mente se nublara por un rato. En ese momento, lo vi a él, pero no era Trapecio, era Nine Sharon. Todo se mezcló, y la rabia y el dolor de lo que él me hizo se desataron. Casi lo mato.
Victor suspiró, como si la tensión de ese recuerdo todavía estuviera presente en su pecho.
—Afortunadamente, no lo hice. Trapecio... o Luis, como ahora se hace llamar, no merecía eso. Al final, entendí que la guerra que libraba dentro de mí no era solo contra él, sino contra mí mismo, contra el pasado.
Hizo una pausa, recordando con algo de tristeza.
—Luis, o como quiera llamarse, ya no es el mismo de antes, aunque sigue siendo un buen luchador. La verdad, no sé qué anda haciendo ahora. Cambiarse el nombre y todo eso... como si pudiera borrar lo que pasó, pero el tiempo sigue su curso.
Miró a las demás, asintiendo ligeramente.
—Todo esto me ha enseñado algo. Los enemigos no siempre son lo que parecen. A veces, el peor enemigo eres tú mismo.
Victor suspiró profundamente, como si la pesadez de los recuerdos lo estuviera alcanzando una vez más. Con un suspiro largo, continuó hablando, mirando al frente mientras revivía aquellos momentos.
—Después de la pelea con Trapecio y los desafíos, vino Chronos. Luché contra él y, sorprendentemente, logré vencerlo. Pero la calma no duró mucho. Poco después, apareció Demigra, un dios del tiempo. Esa batalla fue... una pesadilla. Me convirtió en un maldito caramelo y me comió. Fue uno de esos momentos en los que piensas que todo está perdido. Pero, de alguna manera, Trapecio, o tal vez Marcos, me sacaron de allí. No estoy muy seguro, todo fue muy confuso en ese entonces.
Victor se rió de manera forzada, como si el absurdo de la situación aún le pareciera surrealista.
—Lo peor estaba por venir, claro. Después de esa pesadilla, me enfrenté a James Talloran. La pelea fue brutal, pero al final, lo derroté, o al menos, eso creí. Pero lo que realmente marcó todo fue Karla'k.
El tono de su voz se hizo más grave mientras relataba ese enfrentamiento.
—Luchamos como nunca, pero cuando me golpeó, me mandó 30 mil kilómetros bajo tierra. Cuando logré regresar al combate, vi lo que más me horrorizó: todos estaban muertos. Fue solo entonces que me di cuenta de que estaba peleando solo contra Karla'k. Expandí mis dominios, destruí planetas, galaxias enteras... todo para sobrevivir y vencer. Y al final, después de todo eso, logramos salir con vida. Pero, en cierto modo, fue una victoria vacía.
Victor dejó escapar un suspiro aún más profundo, mirando al vacío como si esas cicatrices mentales aún estuvieran frescas.
—Después de todo eso, lo que más me costó fue poder pensar en algo más allá de la batalla. Así que, después de tantos meses de caos y guerra, invité a Luci a mi primera cita. A nuestros 18, José llegó. Ese fue un momento de paz, por fin. Algo normal, por fin algo real, y por fin, una razón para sonreír en medio de todo ese caos.
Un leve brillo apareció en sus ojos al mencionar a su hijo.
—José... él es lo mejor que ha salido de todo este desastre.
Victor dejó escapar un suspiro largo, mostrando el peso de todas las experiencias que había vivido. Cada palabra llevaba consigo la carga de sus recuerdos, sus errores y las victorias que le costaron casi todo.
—Después de lo de José, pensé que por fin podría tener algo de paz, pero estaba equivocado. Me tocó enfrentar de nuevo a Nine Sharon. Seguía vivo. Esta vez no cometí errores, lo maté. Pero justo cuando creía que todo estaba terminado, Evil Victor apareció y tomó control de la situación. María fue su objetivo, y tuve que pelear contra mi propia oscuridad para rescatarla.
Se pasó una mano por la cara, como si con ello pudiera quitarse el peso de los recuerdos.
—Y después... bueno, fue peor. Viajé en el tiempo, a la Primera y Segunda Guerra Mundial. Lo que vi allí me cambió para siempre. Tanto sufrimiento, tanta muerte sin sentido. Fue ahí donde... donde cometí el mayor error de mi vida. Hice un genocidio. Me cegó el dolor, la ira. Perdí a Gaby, y eso fue el detonante. Me arrepiento profundamente, cada día. Pero no puedo cambiar lo que hice.
Su mirada se volvió seria, enfrentándose a los ojos de las chicas que lo escuchaban atentamente.
—Luego conocí a más personas. Algunas se convirtieron en mis alumnas, otras en aliadas. Pero no hubo descanso. Me enfrenté a Daiki Talloran, un espadachín con habilidades increíbles. Peleé contra Derek, un androide con una fuerza que parecía infinita. Y luego apareció Xal'Azar, una entidad tan poderosa que pensé que no lo lograría. Perdí un brazo en esa batalla y no lo recuperé hasta un año después. Al final, gané, pero apenas.
Victor tomó un vaso de agua, bebió un sorbo y continuó:
—Después, tuve que revivir a todos los que murieron, crear vida de nuevo. Me enfrenté a Karen por ciertas situaciones, pero al final, las cosas se calmaron. Ahora es mi tercera esposa, y está embarazada. Pero claro, la paz nunca dura. Evil Victor regresó, y después Xar'khal, una fusión de Karla'k y Xal'Azar. Casi pierdo. Logré ganar, pero luego tuve que enfrentar a Xar'khal de nuevo. Y ahora, actualmente, estoy lidiando con una contraparte de Dariel.
Victor soltó otro suspiro, más pesado que los anteriores.
—Esto nunca termina. Pero, al menos, puedo contar con ustedes. Eso es lo único que me mantiene en pie.
Victor sintió el calor de los abrazos de Luci y María, dejando que la calma lo envolviera por primera vez en mucho tiempo. Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro, esta vez de alivio.
—Gracias... —murmuró, apenas audible, mientras devolvía el abrazo con firmeza.
Bianca y Karen, aún sentadas, mantenían una expresión seria, reflexionando sobre todo lo que habían escuchado. Karen finalmente rompió el silencio.
—Victor, siempre has cargado con tanto... Creo que nunca entendí del todo cuánto habías pasado. Es impresionante que todavía sigas adelante.
Bianca asintió, mirando al suelo.
—Sí, lo que has enfrentado es... indescriptible. Pero ahora entiendo por qué siempre te esfuerzas tanto. No solo por ti, sino por todos nosotros.
Victor levantó la mirada hacia ellas, con una sonrisa ligera pero honesta.
—No ha sido fácil, lo admito. Pero tenerlas a todas ustedes me da fuerzas. Ustedes son mi hogar, mi refugio. Gracias por estar aquí, incluso cuando no lo merezco.
Karen se levantó y se unió al abrazo, seguida por Bianca, quienes finalmente dejaron de lado sus dudas para apoyarlo por completo.
—Siempre estaremos aquí, Victor, pase lo que pase, —dijo Luci con determinación.
—Exacto, no importa lo que enfrentes, no estás solo, añadió María, apretándolo un poco más.
Victor sonrió más ampliamente, sintiendo cómo su carga se hacía un poco más ligera. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió sentir esperanza.
Fin.
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