Gao Peng acarició suavemente la herida del León Helado Desolado que yacía frente a él, profundamente dormido. El León Helado Desolado podría haber evitado que el Dragón del Diluvio Negro escapara con su táctica final. Sin embargo, habría caído en un sueño profundo si lo hubiera hecho. Todo el entrenamiento que había experimentado ese año se habría ido por el desagüe. Más importante aún, Gao Peng no sabía cuánto tiempo estaría dormido esta vez el León Helado Desolado.
Gao Peng no quería correr ese riesgo. Además, la situación en aquel entonces no había sido tan peligrosa como para justificar un movimiento tan arriesgado. A pesar de que Desoleón y el Dragón del Diluvio Negro tenían los mismos grados, todavía había una diferencia de cuatro niveles entre ellos.