Después de beber una botella de una bebida fabricada por el grupo del cielo sureño, Gao Peng eructó satisfecho. Luego arrojó la botella vacía en el bote de basura, que estaba ubicado a 30 metros de distancia, con precisión.
—Volvamos, volvamos. Ya no hay un espectáculo que podamos ver.
Gao Peng palmeó la pierna de Da Zi, que estaba sentado a su lado como un perro. Aún no le había dicho la cruel noticia de que todavía les faltaba un material para completar la lista.
Da Zi esperaba esperanzado con ojos brillantes.
—Puedes volver primero —le mencionó Gao Peng con seriedad a Da Zi—. Te llamaré cuando sea hora de que evoluciones.
—Oh —respondió Da Zi y se subió a la raíz del árbol para observar a las hormigas.
El dragón blanco y la dragón plateada que habían volado al mar de nubes parecían haber desaparecido. Gao Peng bostezó dos veces, arrastró la silla debajo de su trasero y la volvió a colocar en el laboratorio.