La Ciudad de la Roca tenía un gran ambiente. Los habitantes de la ciudad iban y venían como si el mundo exterior no los afectara. Un vendedor ambulante empujaba un carrito de madera lleno de todo tipo de baratijas. Algunos niños que estaban desnudos y tenían mocos colgando de sus narices compraron dos crepes dulces antes de salir corriendo con sus trompas balanceándose.
El nombre "Ciudad de la Roca" lo hacía sonar como una ciudad occidental en el desierto, pero no lo era. En realidad, era como si estuviera en la Ciudad de la Roca fuera primavera durante todo el año, el clima era cálido y húmedo. Cada tierra alimentaba a su propia gente. Las chicas de la Ciudad de la Roca estaban bien criadas por el clima cálido.
—Qué pálidas —comentó un gordo con un mohawk al pasar—. ¡Como cebollas frescas! Blancas con un toque de verde, hermosas.