Protegido por el Pecado del Consuelo, Sunny de repente fue capaz de avanzar a través de la niebla otra vez. Retrocedió mientras el Profanado sonreía más ampliamente.
—¿A dónde vas, asesino? ¿No quieres aprender un secreto? No te arrepentirás de saberlo… ah, tal vez sí…
Sunny no sabía qué estaba pasando, pero estaba seguro de una cosa — lo que sea que el Príncipe Loco quería decirle no era algo que debiera aprender jamás.
A menos que quisiera volverse tan loco y destrozado como la abominación Profanada.
Ya era bastante loco estar luchando por su vida — o más bien, por su humanidad — dentro de un sueño.
El cual estaba soñando dentro de la Tercera Pesadilla.
Tambaleándose, Sunny llamó a sus Sombras.
Al instante, tres figuras surgieron desde abajo. Santo Taciturno, el escuálido Diablillo, y un corcel tenebroso envuelto en oscuridad.
El Príncipe Loco estalló en risas.
—Bien, bien… oh, esto me hace sentir nostálgico…
—Vamos...