Sunny se sentó en silencio en su cama por un rato, irritado por el hecho de que alguien había perturbado su sueño. ¡Con cantos, nada menos!
Lentamente, sin embargo, su expresión se suavizó.
—Bueno... al menos tienen buenas voces... sí...
Las jóvenes cantaban maravillosamente. Sus voces fluían y resonaban entre sí, creando armonías que hacían que Sunny sintiera cosquilleos. La canción no era triste ni alegre; en cambio, hacía que Sunny sintiera un profundo y conmovedor anhelo. Un suspiro melancólico escapó de sus labios.
—Tal vez... tal vez debería ir a presentarme?
Ya que estas bellezas estaban de fiesta, seguramente no les importaría un poco de compañía.
Sunny se quedó por unos momentos, luego frunció el ceño. Despacio, miró hacia abajo y estudió sus sombras, que temblaban en silencio. Su rostro se oscureció.
—Sólo hay este pequeño problema…